Mi perro cree que soy Dios
recurre a mí.
Espera soluciones mágicas
un nuevo corazón,
un prado sin mosquitos,
una perra en celo
que se deje montar en sueños.
Yo soy apenas una flor furiosa
buscando jeringuillas
en góndolas de supermercado.
Mi perro me busca asustado,
olfatea su
muerte.
Cree que soy Dios.
No puedo fallarle,
arrojo los dados,
decido.
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