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miércoles, 3 de abril de 2024

UNA PARTE DE LA VERDAD/ Claudia Schvartz/ Comentario de Alicia Gallegos

Claudia Schvartz
UNA PARTE DE LA VERDAD
Editorial Leviatán
narrativa ( relatos)
2021

Recomendado! 

Me gusta mucho el título, UNA PARTE DE LA VERDAD. La tapa es bellísima. 

La autora ya nos ha maravillado con sus poemas, prosas poéticas y sus traducciones.

El libro contiene 12 relatos, con 145 páginas que se leen en su totalidad, porque como debe ser tratándose de narrativa, los textos tienen poder de atracción, en cada uno de ellos sucede el milagro que ansiamos los lectores al abrir un libro, sucede la curiosidad y el deseo de saber que pasará con los protagonistas y las situaciones que atraviesan, sucede la necesidad de seguir leyendo aún cuando sabemos que es hora de cerrar el libro y sucede que apenas surge un momento posible para la lectura estaremos haciéndolo y  cuando terminamos el libro nos queda ese sentimiento de orfandad que a veces lleva a que los autores sigan escribiendo y publicando.

En los últimos días estuve viendo cine, películas que en parte tocan temas relacionados a escritores y su obra. Una de ellas fue "Anatomía de una caída", un film de Justine Triet, escrito por Justine Triet y Arthur Harari, aunque la película aparentemente no tiene nada que ver con el libro que me ocupa, hay algunos puntos que me dejaron navegando las aguas de la reflexión. El libro de Claudia se llama "Una parte de la verdad" y eso es el cimiento y estructura, el nudo y el fin del argumento de la película, esa parte de la verdad que a cada uno afecta, que cada uno cree conocer y que nos será mostrada. No voy a contar toda la película. Uno de los personajes principales es una escritora, en la escena inicial es  entrevistada por una estudiante universitaria, es una escena de una antológica violencia emocional y erotismo, allí pregunta la estudiante algo así : "Usted usa situaciones de su vida real en sus novelas. ¿Recomienda a un escritor que lo haga?". 

Sabemos que el relato admite hechos no ficticios, el modo en que un escritor los usa y aplica me interesa especialmente, esto forma parte de las reflexiones varias en que quedé luego de leer los doce relatos, porque formo parte de la legión de gente  que tal cómo el marido de la protagonista de "Anatomía de una caída" intentamos escribir y buscamos posibles estrategias de construcción de textos en libros logrados.

                                                                      Alicia Gallegos












sábado, 26 de septiembre de 2020

Claudia Schvartz / Retazos

 

Moreíto AntonioOtros sonidos

 

Raros sonidos. Más lejos y cerca el mundo.

Para un recién llegado, otros sonidos son el mundo.

Una descripción del paseo, balaustradas y plazas secas, la dulce inclinación del suelo, las vertientes del acudir. Estamos casi a fines de un siglo desconocido, el xx se asoma sin la alharaca que produjo el 21. Nadie creyó entonces en el fin del mundo. El cine y el automóvil ya andaban haciendo sus primeros pasos, había quien se deleitaba y quienes aborrecían. Pero el fin del mundo no se planteaba en absoluto. (Walser)

Y henos aquí, en el otro mundo.

Con mi particular modo de vivir los recuerdos, hace ya algún tiempo quería leer a Kafka a quien en mi fuero íntimo reconocía no haber leído. No podía abrir juicio dado que solo recordaba fragmentos de sus diarios, anotaciones sobre el teatro, sobre tal o tal actor o actriz, las noches de un país pleno y consciente. Así que por fin limpiando volví a abrir un tomito dos de los escritos de Franz Kafka. Me llamó la atención unas pequeñas muescas en un margen o un pliegue aquí o allá. Pero la cuestión formidable es que todo eso estaba ya leído por mí. Y recordaba cada texto a medida que lo volvía a leer. No sé cuánto tiempo ha pasado desde aquellas lecturas. Pero ahí está, incandescente siempre. El vértigo de la imaginación, el empecinado escritor que existe escribiendo. Y allí inconscientemente me encuentro. Soy lectora leyendo. Tal vez suene pretenciosa pero casi todos los papeles de mis libros aunque no llegan ni ahí, y ni siquiera forjan personajes ni peripecias casi, de todos modos me parece que en el meollo van por ese cauce, aunque bien modestamente. También reconozco que no me atrevo a decir lo que exactamente pienso.

 

Erase una vez un tal Moreíto Antonio. Un muchacho que no lograba decir exactamente lo que pensaba y se expresaba por elipsis a veces muy esforzadas. Fue así que descubrió casi accidentalmente que un frasquito de licor podía ayudarlo mucho. El calor se expandía en su cuerpo y una especie de risa subía de la sangre al hito y allí como un equilibrista, encontraba las palabras que una a una escalonaban el maravilloso placer del espacio. La lengua sí es espacio, se decía relamiéndose de ese dulzor de las tías enlicoradas por la tarde y súbitamente tristes apenas después. ¿Pero cuándo empezaron los arrebatos? Moreíto no podría haberlo precisado porque sombras y luces acompañaban su pensamiento y su acción. Sombras y luces y sobre todo un empecinado silencio que ninguna palabra o soplo atravesaba, rompía, iluminaba… otros sonidos, dijimos… pero ahora reinaba una confusión más amplia cada vez. Y aquellas tías embelesadas antes ahora lo cuestionaban y taladraban con desconfianza y hostigamiento.

El Antiguo Tartamudeo de regreso virulento arrasaba con toda la efímera construcción que andamiaje tras andamiaje había logrado pergeñar. Sí, una construcción efímera, como cualquier vida paisana, sencilla y natural, intocada por la gran especulación y el poderío. La construcción perfecta para un albañil como Moreíto Antonio. Manos acostumbradas a la mezcla, a lo seco y lo húmedo, a lo ácido y cortante. Al frío, y al calor; al vértigo y los olores detestables. Moreíto Antonio no pensaba en dios desde que era pequeño. Había habido tantas tantas cosas que resolver y aprender y someter y doblar y olvidar y beber y tanto dolor en el mundo que había tenido que escuchar y calmar y comprender y olvidar y masticar y soñar tanto tanto… el vértigo y el golpe; la pértiga y la columna… qué lejos el pensamiento de las palabras como brazadas en el aire entre uno y otro equilibrista, esos pasos en el cielo de la carpa ojos en los ojos y la confianza hecha de otro calor –un calor construido en la alternativa de la educación, tal vez y por ejemplo– no , no tendría eso ya. Otro sonido en el aire, la atmósfera de otra época en la curva de la garganta… ¡dónde, dónde! ¡Ah! El saco estrecho sobre la camisa blanca, el cuello semiescondido porque esa prenda no conoce plancha ni cuidado otro que el jabón y el sol en la cuerda, bailando hasta la hora en que el Moreíto Antonio vuelve del trabajo y entonces recorre limpio la zona donde le gusta ser visto y saluda aquí y allá con la sensación de que cada respuesta a su mano curtida, lastimada y gorda de pena es un verdadero puente con el mundo y ese que ha respondido a la vuelta de la esquina entre los breves árboles de las veredas, es un alter de este mundo que lo convoca a seguir y aquí echa en su garguero la celebración que lo pierde. ¡La primera! La primera de la jornada que ya termina y mientras el crepúsculo lo abraza con su fino frío por la espalda, escalofrío sí que sí, Moreíto ya ha descubierto el último escalón y ya resbala por la amplia lengua media y sin sentido y se deja atrapar por su sólida promesa descartada una vez más.

Pues bien, ya es hora de dejarlo un poco solo, que reflexione y comprenda y después de un sueño merecido, a solas la mañana comience lavando su camisa manchada vaya a saber dónde y por qué caminos. Ese lavar en el agua fría inclinado en la humilde palangana de metal es el comienzo de cada día y dos broches sobran para que el aire vivo del día deje perfectamente lisa la camisa, blanca y humilde que lo envalenta cada tarde para terminar su día como solo puede un Moreíto Antonio, castigado desde siempre por ser tan su Moreíto.

–¿Balaustrada…? –Mecha siempre sería reina en el centro de un mundo incomprensible para Moreíto Antonio. No es que no lo viera, simplemente inaccesible, no solo lejos sino que… mundos paralelos, hubiera querido explicarle él a ella que era el sumum de la belleza y la potencia femenina: su modo de sentarse, los muslos cuando se ríe, el descuidado escote que perfuma desde la puerta misma y los rulos en ella tan naturales como ella misma toda. También espontáneo su modo de ignorarlo formidablemente.

–No era desdén sino algo peor, porque no exigía de ella ninguna expresión ni voluntad. Moreíto Antonio se presentaba una y otra vez y asimismo ella olvidaba su nombre y su existencia hasta la próxima vez en que se sentaban casi frente a frente y nuevamente tenía él que presentarse y hacerse inútilmente el gracioso y soportar sin embargo ser observado tras una especie de bruma inaccesible y esa sonrisa espléndida llena de hoyuelos y ensoñaciones seguro no era para él sino para quien tallaba allí de modo incomprensible pues Moreíto Antonio era un agudo observador capaz de predecir muchas cosas misteriosas, y le hubiera querido decir, él no te ama. En cambio yo … soy capaz. Y también de hacer feliz a una persona hermosa, de cuidar y adorar. Incluso como quien tallaba allí nunca podría… entonces el Antiguo Tartamudeo volvía a aparecer y quien no se le reía simplemente se aburría de su fatal desgracia…

Pero llegó el día de Moreíto Antonio.

 

                                                                    claudia schvartz



Claudia Schvartz nació en Buenos Aires (1952). Escritora, traductora y editora, publicó Xímbala (1984), La Vida Misma (1987), Pampa Argentino (1989), Nimia (nouvelle 1993-2018)Tránsito es nombre (2005), Miyó Vestrini o el encierro del espejo (2002 Ed. Blanca Elena Pantin. Venezuela)ávido don (1999 y 2008)que mereció Mención del Premio Nacional 2001-  , Eólicas (2011). En 2015 publica El papel y su futuro, reunión de prosas. En 2018 presenta alcanforPoemas impugnados en 2019.
Participó en lecturas en diversas jornadas poéticas  Compiló, en los años 90, las Antología Erótica y Nueva antología del amor (Leviatán).
Su poesía aparece también en  Analectaliteraria, Cuarta Prosa y Octavo Boulevard sitios virtuales.
Editora responsable de Leviatán de Buenos Aires, desde 2002.


                    La foto es del Archivo General de la Nación Argentina. Foto Inv: 12396

miércoles, 18 de marzo de 2020

Si fuese un río.../ CLAUDIA SCHVARTZ responde...

Octavo Boulevard pregunta: Si fueses un río del mundo...¿cuál serías? y ¿por qué?
           Claudia Schvartz  responde:



Hubo un momento en mi vida en que algo entrañable me fue quitado y algo deseado me fue dado.
Un escueto ranchito de madera, sin electricidad, muy cerca del Paraná, sobre uno de sus afluentes, el Carapachay. El aprendizaje de esas aguas se fue dando paulatino. Las estaciones, las crecientes, lo aislado, lo reverdecido, la reaparición de los senderos barrosos después de la ocupación del agua… Las bajantes en cambio descubrían enclaves ocultos en las paredes del río de color rojizo … También del aislamiento supe, a veces bendecido, otras aborrecido.
Pero el río era también mi padre que remaba muy joven ganándole al viento para el club Hispano. Una vida previa a la mía que solo aparecía en remisos retazos. Tal vez fuera eso lo que buscaba. O tal vez deseaba metamorfosis. Huellas de esa búsqueda se leen en ávido don.
Allí el horizonte era nocturno, cuando la oscuridad sumía todo paisaje y aparecía un incansable mundo cósmico… en el muelle.
El horizonte es una sed, a veces, viviendo en la ciudad. Entonces corría a la Costanera, atravesaba a paso vivo la reserva y llegaba finalmente al horizonte. Color león y lo celeste cielo. Allí me dejaba penetrar por el espacio, lo abierto y el silencio solo roto por el suave golpeteo del agua, que no olas. Esa amplitud óptica a veces se abría en las calles del centro que yo caminé durante años día a día: repentinamente me asombraba una perspectiva limpia, abierta, en medio de la profusión urbana. Eso diáfano es el cielo del Río de la Plata. Que solo desde el Uruguay se siente como Mar Dulce. Nuestro rico río de tantas aguas.









Claudia Schvartz nació en Buenos Aires (1952). Escritora, traductora y editora, publicó Xímbala (1984), La Vida Misma (1987), Pampa Argentino (1989), Nimia (nouvelle 1993-2018), Tránsito es nombre (2005), Miyó Vestrini o el encierro del espejo (2002 Ed. Blanca Elena Pantin. Venezuela), ávido don (1999 y 2008)- que mereció Mención del Premio Nacional 2001-  , Eólicas (2011). En 2015 publica El papel y su futuro, reunión de prosas. En 2018 presenta alcanfor, Poemas impugnados en 2019.
Participó en lecturas en diversas jornadas poéticas  Compiló, en los años 90, las Antología Erótica y Nueva antología del amor (Leviatán).
Su poesía aparece también en www.cuartaprosa.ar, Octavo Boulevard y Analectaliteraria, sitios virtuales.

Editora responsable de Leviatán de Buenos Aires, desde 2002.






Río Carapachay.



Río Carapachay


jueves, 26 de diciembre de 2019

CLAUDIA SCHVARTZ / 3 Poemas de ALCANFOR

DICIEMBRE
Al costado de la ruta
Polvo en el aire    la cosecha
Pleno verano y el trigo en oro
Como siempre es al mediodía que viajamos
De pronto algo danza lento en el aire
Una sombra parece        deletérea grafía
Dibuja signos
Levísimos y extraños
Apoyado el mentón sobre un meditativo brazo
Tardo un instante en sacudirme la modorra
Y comprender lo que estoy viendo
¡Un enjambre! el mágico instante
Yo también danzo       bruegheliana
Y celebro
He visto un enjambre bailando sobre el trigo
Este verano!




PEQUEÑO ARDID

La palma de la mano
El viejo cazador -con relámpago en el corazón
Amasa panaderos
Rosados   sedosos hilos   arácnidos
Con corazón de pepa
                   -o pepa en el corazón-
Por las palabras valederas
Un tenue tornasol su desgarbado paso
Cuando atrapábamos de chicos
     La dicha
Palma de la mano
¿Ves las líneas?   Cambia
Todo cambia
Es sutil la dicha
Imperceptible en el presente
Tan radiante remembranza
Queda todo escrito lo que cambia





ES LA SIESTA, me digo
Y ya pasa delante de la puerta
Un tractor hacia el campo
Tal vez un espejismo
Ardiente ariete de la escriba
Que somnolienta alza su sed
Bajo la parra inmóvil





ph alicia gallegos

Claudia Schvartz (1952.Buenos Aires. Argentina).


Escritora, traductora, editora. Poeta.

Publicó: El libro de cuentos para niños Xímbala (1984),el ensayo Miyó Vestrini o el encierro del espejo (2002. Venezuela). En 2018, nouvelle Nimia

En poesía: La vida misma (1987), Pampa argentino (1989),
 Tránsito es nombre (2005),
 Ávido don (2008; mención del Premio Nacional de Literatura 2001), 
 Eólicas (2011) y
 Alcanfor (2018). 

 Ávido don fue traducido al francés en Quebec, Canadá (2015, Éditions de la Grenouillère) y al portugués (2016, Poética Edições). Fue incluida en antologías de su país y del extranjero. 

Tradujo, entre otros, Sonetos y elegías, de Louise Labé; Cementerios: la rabia muda, de Denise Desautels; La libertad del espíritu (textos de Paul Valéry y Antonin Artaud) y Tú, mi único (antología de poesía femenina provenzal). 

Compiló entre otros: Antología de la poesía erótica y Nueva antología del amor.



martes, 28 de enero de 2014

CLAUDIA SCHVARTZ / EÓLICAS

CLAUDIA SCHVARTZ






EÓLICAS


I. 


Una puesta en escena de mis contradicciones
insuperable marco de la “mayor ambición”
                    -la tipografía (el ojo) como puntal
                     de otro diálogo-
mis amigos
maestros 
fragmentos   
       
                     cómo explicar, si no, mi hundimiento absoluto
                     cuando me encontré desnuda en la guerra
                      sin aliados
                      ni palabras
                      ante el ojo del juicio de mi doble mimético?




Rauda
saluda con los ojos
sonríe el cuerpo entero
No da un paso
ella espera
Y todo es nido
el abrazo
aprende
no rectilínea
sino súbita
en vuelo
de rama en rama
con la felicidad de la que danza





Recordar lo que surgió
con el amor
una extraña comprensión
del arte de ser
otra de otra en otro




El vos de un imposible
y apenas comenzado
ya se aleja la línea de la imponderable costa
El viaje avanza
escarpado el signo
                       Un sueño no es en sí más que una sombra
                                                                            dice Hamlet
  De este luto,
   esta aterrada responsabilidad




Te aprehendo
imito tu trazo, tus palabras
me atengo a lo que de vos leo: deseo
hago acopio

El marco de mi época
es cerca




En su brevedad
el día no pierde misterio
Asomada al cielo
prometo reunir mis esparcidos fragmentos
Aplomo -digo-
toda yo recorrida por mi viento que borra





Dábamos vueltas
no sabíamos qué hacer
dábamos vueltas
nos abrazábamos muy fuerte
para que el viento
desaforado
no nos dejara lejos
uno del otro
lejos



II



Ya sin adornos la tumba
consiste en natural contacto
las cenizas su peso al fondo vértigo el agua
llevándose astillas diminutas
nudos de materia
   un lento bullir
que dura intenso
en la memoria
allí
donde se yergue
sin túmulo el recuerdo

las fresias
un momento mecen multicolor perfume
y la boca del río
vuelta a cerrar sobre la breve nube
una existencia
nos devuelve la pulida superficie
vital y bullente hacia otras aguas…

sólo para recordar
aún
su exaltación por los perfumes
el recio aplomo de la convicción
remando aguas arriba siempre aún
el mediodía de invierno

como esta lentísima,
material comprensión
que pule para siempre mi esternón


Claudia Schvartz- 2007

                




 CLAUDIA SCHVARTZ nació en Buenos Aires en 1952.
 Poeta, Traductora, Editora ( Leviatán )
  Publicó : Xímbala ,
 Pampa Argentino,  La vida misma  , Ávido don ,  Nimia,
 Miyó Vestrini o el encierro del espejo,Tránsito en nombre.
 Tradujo Sonetos y Elegías  de Louise Labbé ,que Leviatán publicó bilingüe









domingo, 29 de septiembre de 2013

CLAUDIA SCHVARTZ / ESCORZO DE UNA DÍSCOLA (frag. )

Claudia Schvartz


ESCORZO DE UNA DÍSCOLA (frag. )