miércoles, 28 de febrero de 2018

LLUVIA y CAMBIOS dos poemas de Michael Madsen ( Traducción Antonio Benicio Huerga )

LLUVIA

Chicago, 2 de julio de 1992,
saqué la cabeza por la ventana
hacia una hermosa tormenta
y mojé mi cara y mi pelo;
fue una agradable bienvenida a casa.
Me refiero a la lluvia.
Los hombres del tiempo gruñían
como borregos in creccendo,
así que apagué el televisor.

La bandera americana húmeda
y ondeando al viento debajo de mí me
recordó a mi padre,
que nació un 4 de julio
y recibió el nombre del entonces presidente.

Vi a un aparcacoches
caminando por su zona con
chubasquero amarillo,
luego un gordinflón con camisa blanca,
corbata negra y pantalón negro.
Se podía decir que huía,
pero sabía que se vería estúpido
con su grasa botando de arriba a abajo,
así que siguió caminando mojándose
cada vez más y más.

Ahora estaba empapado, al igual que mis botas
junto a la ventana, y me sentí como
una semilla en el Valle de la Muerte esperando
que aflore de mis tripas.
Dejé abierta la ventana,
tomé dos gin-tonics,
me encendí un piti y
no moví mis botas.




CAMBIOS


Cuando el cielo se pone a llorar,
las gotas de lluvia son lágrimas caídas del cielo, 
creo.

Todo cambia:
los coches, las luces, las noches, la mañana, 
la gente, el hedor, el odio, el ritmo,
el pelo y la cara.
la tierra se pega una ducha,
los hombres del tiempo gruñen y lo demás se moja.




RAIN


Chicago, July 2, 1992,
I stuck my head out the window
into a beautiful rainstorm
and got my face and hair wet;
it was a nice welcome home.
The rain I mean.
The weathermen grumbled
like groutheaded goat snappers
so I turned the TV off.

The American flag wet
and flapping in the wind below me
reminded me of my father
who was born on July 4th
and named after the president of his day.

I saw a parking lot attendant
walking across his lot in
yellow rain slickers,
then a big fat guy in a white shirt,
black tie and black pants,
you could tell he wanted to run,
but he knew he'd look stupid
with his fat bubbling up and down
so he kept walking and
kept getting wetter.


I was wet now as were my boots
by the windows, and I felt like
a seed in Death Valley waiting
for my gut to sprout.
I left the window open,
drank two vodka tonics,
lit a cigarette and
didn't move my

boots.







CHANGES


When the sky starts to cry,
Raindrops are like tears from heaven,
I think.

Everything changes:
the cars, the lights, the nights, the morning,
the people, the stink, the hate, the pace,
the hair and the face.
the earth taking a shower
the weathermen grumble and things get wet.




Michael Madsen . Actor . Nació el 25 de septiembre de 1958 en Chicago.
Madsen es también poeta. Ya ha editado varios libros de poemas. Incluso en el año 2001, ganó el premio "Independent Book Publisher's Firecracker" al mejor libro de poemas del año.



Poemas de Michael Madsen.
(Traducidos por Antonio Benicio Huerga)





lunes, 19 de febrero de 2018

MARÍA AUXILIADORA BALLADARES / 3 Poemas de GUAYAQUIL


A mí también me gusta Marosa di Giorgio

“En esta foto somos hermanas”
Ya sabes que me gusta montarte
Con desesperación
Y en cualquier lado
Que un comentario así
Solo responde a
La necesidad de ser sórdida
Que se instala entre una sien y otra
O quizás niega la posibilidad
De un incesto aún más tremendo
-barbaridad-
Que seas tú mi madre
Que la vagina que me parió sea la misma
En la que mis dedos juegan
Y mi boca
Y mis senos
Y mis pies
Y mi puño
¿Madre o hermana?
A veces madre
A veces hermana
Insensatez desear lo que ya se tiene
Melancolizar en torno a la persona que está al lado de uno
Comiéndose las uñas
Yo a veces me las corto pensando
Que quizás te penetre por atrás con uno de mis dedos
Y que no quisiera lastimarte
Solo que sientas mis yemas
Como si el mar te invadiera hacia dentro
Yemas como mar como balas
No tenemos fotos de nosotras en el agua
Yo apenas los recuerdos de tus piernas
Y de tu humedad tras la boya
Tú quizás recuerdas
Que sé nadar como un pez
Y que de todos prefiero el estilo libre
“En esta foto somos hermanas”
¿Qué “tú” debo maquinar
Qué huesos fracturar
A quién debo matar, chantajear, golpear
Para poder escribirte un buen poema de amor, amor?
Cuando intenté lanzarme del carro
Estaba borracha como tú
Me gritaste y clavaste tus dedos en mi brazo
Para asegurarte que no volviera a intentarlo
Te orillaste y me dijiste que estaba loca
Que no te provocara a menos que quisiera
Comprobar que en esta relación más loca que yo
Eres tú
Que no se me ocurriera volver a abrir la puerta
Luego me besaste en la boca
Succionaste como neonato mis mejillas
Te tragaste mi nariz
Es realmente una tristeza
Que toda esta desesperación no alcance
Para escribirte un poema
Me parezco a ti
En los rasgos
En la borrachera
Soy tu hija
Cómo no parecerme a ti
Hija del diablo soy
Hija del diablo y mañana me caso



Guayaquil

Si salimos de El coleccionista tomadas de la mano, caminamos por Loja tomadas de la mano y pasan los autos y las caras de los hombres pasan y las palomas cagan y los niños ladran, 

si seguimos caminando, subimos el paso a desnivel, nos gritan con efecto doppler: "locas y lesbianas", rodeamos el cementerio y con la otra mano, la que no tomas, saludo alegre a mis abuelas Vicenta y Clara,
si seguimos caminando, tomadas de la mano, tu cuerpo se acerca al mío y me besas en el cuello porque vamos rápido y no alcanzo a poner mi lengua entre tus labios, 

si seguimos caminando, tomadas de la mano, vemos Solca, bajas la cabeza, yo también la bajo, pero te sonrío para que sonrías y me trago de un suspiro tres mariposas blancas,
si seguimos caminando, llegamos al aeropuerto, levanto una valla con la fuerza brutal de mariposas, nos introducimos en la pista y empezamos a bailar porque desde el altavoz de un carro de bomberos suena, de bowie, let's dance,
si seguimos bailando y seguimos bailando y seguimos bailando, tú con tus zapatos rojos y yo con mi blusa a rayas, se detiene un avión y atrás otro y otro y otro,

de pronto, cuando los pacos amenazan con sus pistolas y sus balas, nos convertimos en personas de papel que el viento levanta, mi mano ya no puede sostenerte, y miro con mis nuevos ojos cómo te alejas, cómo el viento que nos salvó ahora te aleja y te deposita en el río y te mojas toda y te desintegras,
si sigo volando, me inserto en una nube y la hago llorar y la ciudad se moja y se desbarata,
ya para qué Guayaquil, si te tragó su río, ya para qué Guayaquil




Días

Cómo será el día en que nos veamos por última vez
Será apacible
O se caerá el cielo a causa de la lluvia
Presentará el calendario alguna marca que me permita anticiparlo
O será un día como cualquiera
Habrete olvidado
Me daré cuenta de que es el último
Estaré consciente y entenderé que ésa será mi primera muerte
Podrán nuestras bocas dirigirse palabras
Coincidirá con mi caída
Con la tuya
Con un viaje
Habrá despedida
Qué otras personas veremos por última vez ese día
Sonreiremos
Me verás a los ojos y te concentrarás en tu reflejo
Sentiremos todavía alguna forma del amor
Puedes decirme cómo lo imaginas
Cerrarás alguna puerta después de mirarme desnuda
Seremos viejas
O pequeños animales
Sentirás nostalgia
Seremos un bloque de hielo
O de tiempo
Notaremos el tamaño de la desgracia
Me llamarás por mi nombre
Intercambiaremos palabras

Cómo será el día siguiente
Se sabrá fútil el mundo
Dormiremos por horas
Sabremos que seremos tristes
O entenderemos que ya no hay fardo sobre la espalda
Nos escribiremos cartas
Diremos que la vida valió
O sonreiremos ignorantes
Deseará todavía la una el cuerpo de la otra
Hablaremos por teléfono
Buscaré yo una cuerda
Te encerrarás tú en un dolor infinito de paredes blancas
Te darán el pésame
Me despertaré inquieta
Se aprovechará alguien del tamaño de mi tristeza
Caminaremos por los mismos lugares
Visitaremos a los mismos amigos
Ahogaremos nuestros quejidos en el mismo segundo y sin saberlo
O crees que para entonces ya nada duela
Y seremos los rostros inservibles del amor






María Auxiliadora Balladares (Guayaquil, 1980) es profesora-investigadora en la Universidad San Francisco de Quito. 
Trabaja la obra de poetas del siglo XX y del XXI. 
Ha publicado el libro de cuentos Las vergüenzas (Antropófago, 2013), el ensayo Todos creados en un abrir y cerrar de ojos (Centro de Publicaciones de la PUCE) acerca de la obra de la peruana Blanca Varela y el poemario Animal (La caída, 2017).



Los poemas aquí publicados pertenecen  a Guayaquil , poemario  que ganó el Premio Pichincha de Poesía 2017 y por ahora está inédito.




viernes, 16 de febrero de 2018

ATADITOS de LAURA ESTRIN / por SOFÍA GONZÁLEZ BONORINO




No parto de nada
parto de pérdidas
                                                                                                                                                                                                                     L.E.



Trágicas piedras
Lectura de Ataditos, de Laura Estrin
Publicado por Leviatán, diciembre 2017




En la escritura de Laura Estrin resuena, a lo lejos, un oculto latido.

Sus poemas tienen algo de desesperado, materia orgánica en busca de sus propias leyes.

No las leyes del tiempo, que Estrin padece desde un silencio que sangra. Sus versos, como gotas rebeldes que caen desde una canilla mal cerrada sobre el embaldosado, marcan un ritmo de desolación, una música que se escribe a tientas, con lo que queda.

Poemas en los que el lujo deslumbra en anillos y oro, atardeceres que ciegan. Y sin embargo, la pobreza, de donde todo, o casi todo, sale.

Un solo cuerpo para tanta muerte.

La gota cae, música obsesiva en mis oídos. Un perforar delicado de las letras. Que al final de la frase, no llegan a caer.

El tiempo se enreda al sin sentido hasta formar cadencia.

El tiempo es presencia que se nombra y no acaba de decirse nunca. Fracasa en su mismo existir, perdido. Y de la misma materia del fracaso está hecha la vida del poema, la vida verdadera.

Estrin insiste, aferrada a la memoria: ciertos momentos, casi óseos,  imprescindibles. Y su lucidez, despiadada.

Dobla el tiempo o da la vuelta

El viento sopla el perro ladra

Que ni eso

Ataditos se abre como un bosque en la noche, me adentro en su follaje: siluetas entrevistas en sombras vegetales. 

De lo que se trata es del tiempo.

Asombro por lo que tiene de inaprensible, de  fugaz, de evanescente, como el cuerpo amado que jamás poseeremos, o ese recuerdo de infancia, que se nos escapa y permanece ajeno. Por eso Estrin da rodeos, recorre los bordes del objeto ausente demorándose, trayendo al lenguaje la forma de lo perdido.

Y con los fragmentos, construir un rostro.

La ilusión del presente, esa necesidad de seguir viva.

Rebeldía, deseo de quedarse en la tristeza. En ese espacio adonde no llegan las miradas de los otros. Y hacerlo idea, expansión desordenada, resistencia.

El tiempo se envuelve de nostalgia.

Se repliega, en busca de un orden que lo engendre de nuevo, des-orden gramatical que por sus mismos cortes, no admite los errores.

Los poemas vibran en un no saber que lo sabe todo, o casi todo.
La vida es tempestad, crimen.

Vida tiñe las manos

hunde los ojos

apresta ramas

pierde tino

El tiempo, añoranza de lo que nunca fue, de eso deseado que se resuelve en un presente del que soy excluido.

Disconformidad, crecen los versos hasta ocupar los márgenes de un mundo demasiado pequeño, que asfixia.

Aburrimiento desolación,

puede

angosto

pasar por vida?


¿Y esto es todo?, parece preguntar la poeta.

A pesar de la siempre inútil lágrima, ¿es esta desolación la vida?

Quizá en otro lugar, en la lejana Rusia de los ancestros, o en la otra, la blanca Rusia desconocida, la que se escucha respirar fuera del verso, o en el sueño siempre joven del polaco, o en algún perfume ido, o en el cuerpo de Irina, en su demasiada muerte… ¿Será esa materia de tiempos vedados el espacio posible?

Respirar el leguaje de Ataditos es sentir el cuerpo trunco, la caída, las posibilidades infinitas de lo que permanece en algún rincón de la memoria, imágenes  quietas, poderosas entre muros de piedra.

Estrin no se resigna. Se hunde en un río que duele, el mismo en el que el sol cae, instante único que la poeta  quisiera arrancarle a la tarde, guardar para ella sola.

Pero viva como está, siente palpitar el tiempo, esa incomodidad necesaria, esa atmósfera nutricia en la que escribe y existe:

Tiempo conmueve

La pregunta otra vez

Estrin se aproxima, dice, como si no pudiera otra cosa.

Porque de la verdad, también, se trata.

Va yendo desde el lugar siempre equivocado, desde su revoltijo de mañana, desde esa luz, desde la tristeza de lo que sabe perdido.

Las imágenes me golpean: el cactus enfermo, que el poema asocia a la basura. Nada más terrible, pienso, que la indefensión vegetal de esa planta guerrera.

Penas en los ojos. Y el alma,que balbucea en imágenes, y  aterra.

Cambiar los ojos para ver lo mismo

Mismo sol para misma mentira


Los poemas chocan, a veces, con la piedra.

Las perversas formas de la naturaleza, ignorantes del tiempo y sus segundos, emparedan la vida.

Del otro lado piedras

Sueños


Ataditos dice pérdida. Ningún talismán nos protege de las horas, de los surcos que nos van dejando en el cuerpo. Para petrificarse después, como caminos muertos, que no van a ningún lado.

Palabra va y viene

Atadita

que ni una imagen

ni un consuelo

sostienen al desespero

Laura es testigo de ciertos días de mayo, días que atormentan. Lo irrepresentable de ese tiempo perdido, de ese sol, vuelve, para quedarse,  en el poema.

Y en donde todo fracasa, la memoria se escribe.

No está en la escritura de Estrin esa totalidad que me envuelve como una madre nutricia.

Avanzo a los tropezones, con angustia, me corto en frases inacabadas, me pierdo el sentido, me rescato en  formas y sonidos.

Lectora, me fragmento en mil pedazos, como los rayos del sol a través de un lente del siglo XIX. Soy, también, esa mañana que se desanda en calor.

Y no hay posibilidad de ilusiones, de engaños.

No digan

no hablen

ya dijeron y hablaron


Entre jazmines y perfumes de magnolias, Ataditos me absuelve de lo inacabado, con ese decir que dice lejos, otra cosa, siempre.

Y el dolor es la exclusión.

Quedarse, aparte, con el incómodo saber a cuestas.

Que es así

cosas que son así


Ella  se cansa, y las palabras la llevan a sostener paredes, para darles la espalda... El moho de lo repetido queda del otro lado.

Hay en estos poemas algo del lujo del exceso:el porque sí, por nada, por puro gusto.

anillos de ojos mojados

anillos

anillos


Desesperada, femenina, irreverente,  taconea el tiempo.

Y el dolor, el de siempre reencontrado, el que se dice en dos líneas:

Invierno muerto

otro invierno.


Hay un no saber- ya lo dije- desde el que Estrin escribe como si fuera el único lugar posible. Destrucción y pantomima. Laura juguetea, se burla del mal. Detrás de las fachadas dignas, los escombros. La ausencia de sustancia, esa presencia; las estrellas que se escapan por ventanas que no dan a ningún lado. La noche y su palabra toman posesión de la memoria en ruinas.

Estrin trabaja la noche con ojos nuevos. Contra la multiplicidad que aturde, el tiempo uno.

Para respirar mejor.

Laura envejece en el instante mismo del cruce de dos lanchas en el río. Y el dolor de haberlas visto pasar, inmersas en un tiempo inaccesible para ella, o accesible sólo para otros.

Ella ve largo, recuerda.
Se enreda a la tristeza como el orfebre al barro. Una tristeza siempre vieja, reacia a dejarse inventar.

Se impacienta:

-          Usted quiere decir algo
-          Sí, hombre (y me parece que se burla) los que escribimos queremos decir algo.

Escucho la risa en esa frase imposible.

Pierdo años

olvido

no tiempos


Decir con imágenes que se desprenden de las palabras y sobrevuelan el texto, como pájaros. Decir con letras, con cicatrices y marcas. Tironear de la carne herida, y ver armarse un mundo desde el abismo, ese lugar en donde quisiéramos hacer pie, y que nos hunde.

Algo falta, siempre algo falta.
¿Direcciones?


El viento va solo para allá

y da la vuelta.


Y lo perdido de nuevo:


Creía que era su perfume

pero era el de ayer

una flor malhadada


Así como con crudeza Laura Estrin escribe lo que se le impone, esa voluntad ajena, fría y ausente encarna en ella, se hace letra.

En el poema, Estrin logra transmutar las trágicas piedras en vida.


Difícil el tiempo


del arrebato de las cosas

escribo


El viento le sopla al oído verdades rocosas, sin movimiento ni riqueza. Verdades que no quiero oír. Huyo, al igual que estos poemas,  de las relaciones fijas. Como del sonido filoso del viento en el desierto. Es de la escritora la posibilidad de transformar las leyes de la naturaleza, crueles y analfabetas, en escritura que vivifica.

Los perfumes de otra época

vienen del tiempo


Abro Ataditos, lo cierro.

Quisiera quedarme un rato con sus  frases tensas,  con la tristeza  de mi cuerpo solo.
Lo que se dice no deja de decirse.

Inútil lágrima, no lloro, se me caen las lágrimas.

Quedan estos versos en mi retina.

Al final

El tiempo no se arregló


Entonces


Reir Laura reir

nunca sonreir

el horror ríe

el dolor ríe




Sofía González Bonorino.
Buenos Aires, 2018




 Laura Estrin
 Nació en 1967 en Buenos Aires . 
 Escribió :
 Álbum (2001), Parque Chacabuco (2004),
 Alles Ding (2007),   A maroma (2010). Tapa de   sol (2012)
 Editó y prologó autores rusos y argentinos :
 César Aira. El realismo y sus extremos (1999), 
 Literatura rusa. Acerca de Biéli, Blok, Gorki, Bábel,   Shklovski, Tsvietáieva, Jlébnikov, Platónov y Dovlátov   (2013).
 Zelarayán (Lata   Peinada, 2008), 
 Libertella .El efecto Libertella( 2011) y Zettel (2009),
 Ritvo .Poética de la interrupción ( 2011), 
 Correas .Decirlo todo( 2012),
  Libertella/ Lamborghini (2016) y Nicolás Rosa .Escritos   (2016).



Sofía González Bonorino
Publicó las novelas Las Cruces (2000), La Quema (2003) ,El Escritorio (2006) y Mi Cliente (2014)