viernes, 17 de mayo de 2024

LUIS BENÍTEZ / 9 POEMAS

 


LOS OJOS DE RIMBAUD

 

Azules, de bárbaro. Hoy cantan para ti

los suaves trinos y en el taller literario

adelgaza la voz el papagayo: conmovida

endulza las Grandes Miradas su lección de confitero.

De este lado rezamos por ti hincados ante un lobo:

que la bella ciencia es una habitación que da a lo oscuro

y el hombre, ese acertado inconstante,

es apenas unos pocos pasos que por ella van y vienen.

Hoy que las profesoras de letras olvidaron todo

lo que saben de ti los presidiarios

y el vago que, a riesgo de ser aplastado por los automóviles,

detiene la metáfora de su paso por recoger el milagro

de una hoja, sin alcanzar a explicárselo;

hoy que apenas los ascensoristas

se levantan de entre los demás,

hoy que esta loca materia aparece ahogada y vencida,

como lo estuvo siempre, como va a estarlo siempre,

flotando sobre las aguas de los números;

hoy que en tus selvas vírgenes arraigaron los casinos

y suena música disco en todas las Áfricas tonantes,

hoy que en la calle 88 y Broadway una horrible fulana te pasea

impreso en su remera, sonriente con toda la Gloria Americana,

hoy que encuadernado en cuero y con letras doradas

te exhiben los dentistas en sus huecas bibliotecas

y te honran a su modo, repartiendo venenos

por las calles del mundo los ágiles traficantes,

hoy que caen los muros y todas las posteridades se desploman,

hoy que la Historia, esa vieja enemiga,

se ríe de nosotros diciendo que no existe,

como en tu tiempo repetía el Diablo;

hoy que los blandos músculos de los diputados

pueden arrojar al mar, si quieren, a miles de forzudos extranjeros,

hoy que la tímida democracia probó ser más efectiva que los reyes,

hoy que todos por fin somos buenos

y alza su copa radiante el rosado, negro, amarillo y cobrizo

banquete de la vida, más allá

de los caritativos grupos que intentan el soneto,

a través de las bibliotecas barridas por el polvo y las secretarias,

sin dactilografía ni voz ni esperanza ni objeto,

cruzan las geografías dos luces gruesas y potentes

anillando la Tierra. No por el símbolo sino por la mirada

eres como el dios de plástico que cuelga de su pared el asustado,

para que esos Ojos le sigan por la casa. Para nosotros

los mínimos, para nosotros los pocos, para nosotros los débiles,

que sólo queremos estar ociosos, tus párpados están

siempre abiertos, hermano desdeñoso,

Jesucristo el Terrible,

hoy que es una vergüenza tener hambre

siguen mirando lo mismo tus fanales salvajes.

 

(De Fractal, Ediciones Correo Latino, Buenos Aires, 1992)

 


EL MAR DE LOS ANTIGUOS

 

No volverá jamás el mar de los antiguos

a rebañar las costas creadas por sus olas.

Un año de ancho, una vida de largo,

se sumió en la honda bocanada del fondo.

Con él las bandas de Erik el Violento

y la pacífica vela de otro ladrón, fenicio,

doblaron para siempre ese horizonte blando

y abajo el precipicio que los tragó

a todos como se cierra un libro.

Ni el ceñudo pirata que un día fue

estatura y bronceado y sombra,

ni el traficante sofocado bajo tricornio y títulos,

tuvieron el poder de detener

aquellas otras olas que se llaman horas;

menos el múltiple ahogado, ése sin nombre,

puede asomar la cabeza ahora

para su intrépido persistir

bajo la luna, a solas.

Ah mar de Eneas y de Ulises

que no eras éste y eras

la cuna del delfín y las especias

y el camino del oro y siempre, lo Otro.

Qué portugueses y españoles eran

cuando eran los que eran en el mar.

¡Y el junco de esa otra historia, la ignorada,

que salía a él bajando de los ríos

como una rama armada de astrolabio,

con hombres amarillos bajo la tensa seda

guardando sus secretos, sus caminos y sus signos!

Veo entre peces voladores

cabalgar el trirreme del romano

y al bajel del griego salir de la zozobra;

todas esas ambiciones que iban tras las Hespérides

encalladas en el arrecife del Minuto.

Y la Sirena, el paganismo de a bordo

recubierto de escamas y colocado fuera,

y el oficial Leviatán del Viejo Testamento

condensados en la ballena blanca

que surcó todavía, en mil ochocientos y tantos,

el querido inolvidable mar de los antiguos.

 

(De Fractal, Ediciones Correo Latino, Buenos Aires, 1992)

 


ESTA MAÑANA ESCRIBÍ DOS POEMAS

 

Esta mañana escribí dos poemas.

No me pregunto ya por el sentido

que tiene o no tiene este oficio oscuro.

Simplemente es otra manera, posible, de estar vivo.

Me pregunto por el origen

de esas dos cosas que ahora están sobre la mesa,

no exactamente hechas de papel y de pigmentos.

Por los hombres que lo han dicho mejor

y hoy están muertos.

Por los siglos de guerras y de paces

que entre las palabras han corrido.

Me pregunto los nombres y el semblante

del que en otra parte del globo ha dejado

sobre su mesa otras dos cosas iguales

y que duda también de mi existencia.

Me pregunto por los miles de días y de noches

que han debido transcurrir para que hiciéramos esto.

Por los cientos de personas

que han donado los versos.

Me pregunto por qué, hace un rato,

se ha modificado dos veces este mundo.

 

(De La yegua de la noche, Ediciones del Castillo,

Santiago de Chile, Chile, 2001)

 


LA TARDE DEL ELEFANTE

 

A mi amigo, el poeta Nicholas Stix,

en donde sea que esté.

 

¿recuerdas, nick, la tarde del elefante?

tú estabas abrumado por el enésimo rechazo

que esa mujer casada madre ya de cuatro hijos

te había propinado por teléfono

lo único que te daba desde hacía

entonces once años

al menos

cuando era soltera te lo decía en la cara

y estabas irritado de veras enojado

porque llegué una hora tarde

y te dejé solo en la enorme nueva york

por otra hora más entregado a ti mismo

ni mi taxi ni mis disculpas calmaron

tu rabia anglosajona

decías sólo se está solo en las grandes ciudades

¿te acuerdas, nickie, de la tarde del elefante?

muchas lluvias y nieves y pisadas

de zapatos italianos y de zapatos deportivos

pasaron por esa esquina del village

pero ella no ha olvidado todavía la tarde del elefante

tú me sermoneabas en tu álgido inglés

sin darte cuenta de que yo también estaba derrumbado

 

y entonces esa enorme sombra

 

hablabas del tedio de las ciudades

del aburrimiento amarillo que se pone

al oeste del puente de tu brooklin

y de las mujeres jóvenes que cruzan solas

y en ómnibus los laberintos sedosos de central park

rumbo a esos cuartos donde la calefacción les falla

 

y entonces esas pisadas majestuosas

 

hablabas de que no te habían incluido en esa antología

y decías que el marido de ella era calvo

ceceoso y que dibujaba historietas

el tonto de los cómics repetías

el tonto de los tebeos repetías

mientras la gente

siempre está alerta la gente

dejaba corriendo la acera

tumbaba las sillas

y olvidaba a los niños en su loca carrera

decías que la rutina es una vieja ciega

que mendiga monedas por bond street y por harlem

y que cada persona la recibe en su casa

 

entonces ese gordo la mole

se quedó parado cerca de nuestra mesa

en la esquina desierta mientras el cajero

temblando llamaba a la policía

 

cinco mil kilogramos de pacífica selva

aplastando el asfalto una inmensa epifanía gris

de cuatro metros de alto y esa trompa curiosa

con un dedo en la punta

que probaba las frutas de las mesas caídas

y revoleaba jugando los manteles manchados

 

aplastó en su huida de algún circo o del zoo

a esa vieja mendiga que a la gente oprimida

acongoja en su casa

nos miraba sin miedo como todas las cosas

que sonriendo repiten soy amigo del hombre

 

(De La tarde del elefante y otros poemas,

 Editorial Ala de Cuervo, Caracas, Venezuela, 2006)

 

Drácula

 

En mi infancia fue Christopher Lee

Y en la de otros Bela Lugosi, un vampiro morfinómano

Que murió pobre, viejo y olvidado,

La suerte que no conoció esa sombra invariable

Que nos sigue mirando desde el hueco de las escaleras

O la habitación terrible al fondo de la casa.

Debe recordarnos que detrás de los que se reflejan

Cada día en los espejos, siempre hay un niño

Que viene tanteando las tinieblas

De un eterno corredor, uno que -él lo sabe-

Termina en la sala de un castillo.

Tiene que ser el otro lado de los mediodías

Para que el mediodía sea la tranquilizadora luz,

Las nítidas certezas, cada jornada una avenida iluminada

Para que veamos venir la muerte si se asoma.

Son suyos los gritos de la calle que no reclama nadie,

Los escalofríos que no tienen un porqué que no avergüence,

Los pasos nocturnos que se oyen cerca y lejos,

Un horrible doble tiempo que marea y que nos toma.

Y en el centro de esa red infinita que le han tejido el tiempo

Y nuestros miedos, -seguro solamente de sí mismo y del infierno-

Sonríe y entre dientes murmura nuestro nombre,

Aquel que es sólo uno y el que llevamos todos:

Vlad Draculea, el príncipe que somos de Valaquia.

 

(De Les imaginations, traducido al francés por Jean Dif, Éditions L’Harmattan, Colección de Poesía Accent Tonique – Poésie, dirigida por Nicole Barrière, París, Francia, 2013.

No publicado en español hasta la fecha)

 


Revelaciones

 

Alexander Graham Bell arrojó al futuro

Esta pequeña cosa que llevo en el bolsillo,

Que me espera paciente en un rincón de la casa,

Que me acecha silenciosa todavía en la oficina:

Ha colonizado el mundo con voces que no son suyas

Y nos obliga ruidosamente a contestarlas.

Contengan la noticia horrenda o la venganza que nos dibuja

Un rictus que no reconoceremos nunca ante los otros;

Sean el aguijón de nuevas urgencias o breves palabras

Que serenan y apaciguan, él las trasmite igual

Que a la cobarde amenaza que no tiene un rostro,

Los saludos inútiles en cada aniversario o el estúpido

Intento de vendernos interminablemente algo.

Indiferente a lo que dice su micrófono,

Lo lleva a miles de kilómetros para que inevitablemente lo reciba alguien,

Como un bombardero atento sólo a la puntual

Entrega de su carga que cambia las cosas para siempre.

Quizá su placer desde hace un siglo sea engañarnos

Creyéndole que hablamos con los vivos,

Cuando al teléfono exclusivamente lo hacemos con fantasmas.

 

(De Les imaginations, traducido al francés por Jean Dif, Éditions L’Harmattan, Colección de Poesía Accent Tonique – Poésie, dirigida por Nicole Barrière, París, Francia, 2013.

No publicado en español hasta la fecha)

 

 El róbalo

 

En el plato que parece pequeño bajo su forma poderosa

El róbalo de ancha escama y enorme boca armada

Todavía muerde el aire que huyó de su último intento

Aunque vencida por las redes de la compañía pesquera

Y traída a la fuerza a este mundo que pensamos

Es más seguro y auténtico que el suyo

La bestia marina sigue acechando al pulpo ocho veces inquieto

En su bosque de corales y sus fuertes músculos

Quieren llevárselo de un rotundo coletazo

Hacia lo negro y profundo de las cordilleras sumergidas

Hacia las islas precipitadas desde la superficie

Hacia las muchas atlántidas que son jardines de algas

Batidos por las corrientes y el paso interminable

De las ballenas que van por el amor hacia lo oscuro

Como un paisaje en lento movimiento

El róbalo en su furia congelada a medias todavía envuelto

En el papel de diario con que lo abrigó el marchante

El róbalo que ayer a mediodía diezmaba a dentelladas

Inmensas columnas de sardinas que se fundían en una

O se dispersaban por el golfo sosteniéndolo

(Parecía) como a un palacio sumergido

La fiera insaciable como un lingote de plata asesinado

Que ya no surfeará las olas con desprecio

Orgullosa del poder de su ancha espalda

Entre las frutas y las botellas de cerveza

Humillada por el hombre que cierra su heladera

Y piensa en otra cosa y rasca su cabeza

Y que es para su dios que brama en las campanas

Lo que el róbalo en el plato.

 

(De Les imaginations, traducido al francés por Jean Dif, Éditions L’Harmattan, Colección de Poesía Accent Tonique – Poésie, dirigida por Nicole Barrière, París, Francia, 2013.

No publicado en español hasta la fecha)

 

 tuviste varios horizontes país

 

aunque los días de grasa y los años de fuego

te frieron como un biscocho todavía parecés ser

esta materia hecha de paisajes y familias

donde cada tanto alguien le pregunta a otro qué sucedió

qué te llevó a hacernos ciertas cosas

parecidas al crimen o a eso que nadie osa mencionar entero todavía

como una vergüenza escondida en fotografías oportunamente quemadas

o parientes sepultados en el fondo de la casa en la madrugada

cuando nadie está despierto y quien lo está

no quiere ver y se ampara en la gastada historia

de la pesadilla y el insomnio

 

fui educado para amarte país

yo lloraba de niño cantando la oración a la bandera

y fui la última generación encontrada la última bala de tu ruleta rusa

el clic en la sien que hace despertar en otro mapamundi

donde busqué tu silueta de chica mala inútilmente

dándole manotazos cada vez más furiosos al globo terráqueo

 

fulana vieja

sé que pasaste por muchas necesidades

(los últimos doscientos años no fueron nada buenos

pero para los muchos nosotros tampoco)

y espero que elijas mejor a tus gigolós mañana

por el bien posible de tus hijos también

 

el internado donde nos dejaste huele a meadas de perro

y nadie es muy amable en ninguna parte

además de que no venís a verme demasiado a menudo

extraño todas esas promesas de cariño

cuando me engendraste en un hospital municipal

tan tuyo parir entre goteras

y hacer llorar a los inocentes por mano ajena

sonriendo como si no tuvieras culpa alguna

esperando felicitaciones y flores y bombones

entre almohadas y atenciones donde brilló

entera y rota y en una parte nueva

tu vieja sangre

 

(De Nadie sabe dónde estuvimos, Editorial Palabrava,

Santa Fe, Provincia de Santa Fe, 2021)

 

 


marcelo dughetti discute con montale

 

que pase el muchacho

el que hilvana los rostros del pasado

como una tejedora de rímini                     como uno

que emplea diestramente los bolillos

a comer trucha conmigo en esta noche romana

 

ya traigan ese añejo que sólo abríamos

cuando venía a visitarme joseph brodsky

amengüen las lámparas    para que pueda

encenderse de nuevo                   más allá de las ventanas

el horizonte en fuga y brille otra vez

extraña                      la luz del petrolero

yo soy un viejo poeta todo oídos

y cómo no sé quién se va y quién se queda

ahora quiero oír cuanto dice uno de mis hijos

 

quiero conocerlo y reconocerlo

aunque tenga la voz áspera y sea soez

para mi gusto antiguo en algún giro

porque él sabe de qué materia estamos hechos

dónde se encuentra ahora lo que fue

cuánto pesa un patio en la memoria

 

que pase el bribón el joven desmañado

el que habla solo atravesando calles de tierra

larga será nuestra conversación en esta sala desierta

ay hace tanto vacía

y si oyen que levanta la voz no se alarmen

que así hablan los jóvenes

alguna vez yo también protestaba así

furioso por el paso de los años del amor y de las horas

 

lo que enfurece es saber que irse es la forma mejor

que tienen las cosas de quedarse

 

dejen que el muchacho rabie porque rabiando

comprende todavía mejor cuanto guarda el polvo

lo que dice el eco lo que esconde el día

dejen que sufra y llore y también

cuando pueda que se ría

la risa de los poetas es cosa rara

la cosa más preciosa en esta tierra

 

(De Nadie sabe dónde estuvimos, Editorial Palabrava,

Santa Fe, Provincia de Santa Fe, 2021)

 


LUIS BENÍTEZ

El poeta, narrador y ensayista Luis Benítez nació en Buenos Aires el 10 de noviembre de 1956. Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poètes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Miembro de la Asociación de Poetas Argentinos (APOA), de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la República Argentina (SEA) y del Centro PEN Argentina. Su obra literaria le granjeó numerosos reconocimientos nacionales e internacionales, entre ellos el Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); el Premio Joven Literatura (Poesía) de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); el Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); el Primo Premio Tuscolorum di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); el Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); el Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003), el Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2007) y el Tercer Premio Municipal “Ricardo Rojas” de Novela (2022).

Sus 44 libros de poesía, ensayo y narrativa han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Venezuela y Uruguay.

Último título publicado:

La vida entera. Una antología, Pro Latina Press, Nueva York, EE.UU. 156 págs. 2023. https://www.facebook.com/ProLatinaPress





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