Dame esa palabra que haga brotar calostro de las piedras
mientras tanto no decir nada
seguir en penumbra
hasta que alguien me llore dentro y tenga que escribir
para darle consuelo
Unas
manos en la tarde recibiendo la lluvia.
Qué más da si mano de hombre,
mujer, niño o muerto,
el mismo gesto ancestral de recibir el agua de lo alto.
Solo eso:
cuenco sin fondo para un agua indigente
que sueña su barro,
mano tendida en la intemperie.
cuenco sin fondo para un agua indigente
que sueña su barro,
mano tendida en la intemperie.
Karuna *
I
para ver algo más que caracoles
vacíos
el declinar perpetuo de la savia
y la sangre
la caída de todos los cabellos
y frutos
habrá que hundir las manos
en tu corazón primero
subvertir los átomos
abrir las aguas
ver con tus ojos
prados más allá de la frente
en pértigas de compasión
traspasar la espesura de lo
visible
la ilusión
de lo separado
II
ser al
fin sin cauce
sólo
desmemoriada agua de la piedra
que la
engendró en la cumbre
compasión
de la arena en la que
la
piedra disuelve su recuerdo de la altura
sólo
contigo
fondo
solo
III
girar de otra forma,
estremecer las omisiones:
esas piedras orbitando el corazón
estrellas muertas
capturadas por la tibieza en
declive
de los cuerpos
resquebrajar las compuertas
dejarse anegar
ahora las cortezas mojadas
pueden arder bajo el corazón de
los muertos
el fruto dejarse caer de su
gravidez de azúcar
al suelo
prematuro
el árbol llorar su altura
junto al pájaro derribado
*Karuna
es un vocablo sánscrito que se traduce como acción compasiva
o
acción emprendida para disminuir el sufrimiento ajeno
Bajo la piel hay alforjas
para guardar las noches
lentas, ojeras ocaso
donde se ponen
fulgores y encallan los soles
hasta hacerse crónica
nocturna, pliegue
del desvelo.
Marsupiales
cargan sus penas párvulas:
ese modo
tan humano de llorar
por dentro, de penar
por dentro hasta convertir
en piedra lunar
el llanto.
Dos criaturas de lomo púrpura
abrevan la luz
convaleciente
en nuestros ojos.
[Ojeras]
¿A dónde se dirige laboriosa esta sangre?
Una voz remota la nombra
cada día, la inclina ante el panal roto
del poniente y la arroja con la promesa
de alguna espuma ascendente
en la mañana.
Mi sangre avanza hacia no se dónde.
Yo, a cierta distancia,
le sigo los
pasos.
[A ciegas]
En cada pecho hay un sol sepultado,
con su pulsación clandestina,
su madriguera de temblores
y una confesión de sobrevida
en los labios.
En cada pecho, una rotura,
hueco para alojar la verdad
que no soportarían los ojos:
el aleteo de un pájaro lacerado
sostiene el mundo.
[El corazón]
Hace
tiempo perdieron su savia pero seguimos
enhebrándolas
con fervor como talismanes, como si alguna hubiera salvado un solo árbol de la
quema o fuera posible repoblar una ciudad con fotos sustraídas de lápidas.
Habitan bocas, anaqueles, balbuceos, testamentos, encienden esos dinteles que
los pies trasponen, encantan el horizonte con su zumbido de enjambre
enloquecido hasta contarnos sin metáforas nuestra muerte.
[Palabras]
Laura
Giordani,
Ha
publicado :
"Cartografía de lo blando" (2005),
“Materia Oscura” (2010, Baile del
Sol),
“Noche sin Clausura” (2012, Candela, Ediciones Amargord), “Antes de
desaparecer” (2014, Ediciones Tigres de papel)
y la plaquette “Celebración del
brote” (2009, Zahorí-Poesía en minúsculas).
Sus
poemas han sido incluidos en diversas antologías:
Antología de Poesía (ECA
-Escritores Cordobeses Asociados, 2002), Aldaba (2004) Antología de poetas
hispanoamericanos, Cuadernos Caudales de Poesía (Edición Caudal, España, 2007),
Los centros de la calle (Editorial Germanías, 2008) y Por donde pasa la poesía
(Baile del Sol, 2011)
Asimismo,
ha colaborado con algunas publicaciones como La hamaca de Lona, Youkali, Viento
Sur, Ginebra Magnolia, Eclipse, The children’s book of american bird, Confines
(Argentina), Grumo (Brasil-Alemania) y Galerna (USA).
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