No vale hacer de
la ocasión
una carnicería,
invocar fulgores
que se han
apagado:
lo mejor es tomar
la lanza
empuñarla
suavemente
y abandonarse en
el campo de batalla.
Ver correr la
sangre ajena siempre nos atrapa.
Ver correr la
propia es descubrir
quién uno es.
De Móviles azules, en Duelo, ed.
En danza (2005).
Vi lo que vi
cráneos de elefantes con memoria
hombres lince, mujeres con velos como
murallas
una cafetera árabe en una plaza
custodiada por pastores.
Todos los animales tememos a otro.
***
Las hembras cazan de noche
esperan y clavan colmillos en garganta
en épocas de celo las hembras
tenemos el pelo brillante
en épocas de celo cambia
el sentido de las palabras
en épocas de celo puedo
quitarme el velo, partir de viaje
brillar o permanecer
-el ritmo es el mismo en cualquier
música-
De Viajar
sola, Ed. Abeja Reina, 2009, Bs. As. Argentina
El peligro no aparece al
principio,
lleva un tiempo
comprender que
las olas se estrellan
contra peñascos y otro tiempo dejar de
intentar
que el cuerpo encuentre amparo.
Cuando lo has perdido, el agua te
recuerda
que no es posible comenzar de nuevo,
en todo caso no con el mismo cuerpo.
Como un animal pequeño, de pelo débil
con orejas puntiagudas, las manos y
los pies de mona,
con el pelo liso como el que tengo en
estos días,
así, creo, será posible sobrevivir en
el mar.
***
Acaricio con pena las hojas del
ciruelo
antes de la lluvia parecían flores
moradas y blancas.
Que los cuatros ríos que atraviesan la
isla desemboquen
en el mar, me hace tener un cuerpo más
cercano.
También he terminado por aprender
que para estar cautiva es mejor aquí,
hoy casi nieva y yo estreno
un gorro con el cual simpatizan mucho
los peces,
a simple vista parece que tuviera
agallas porque dos pequeñas
aletas le salen de los costados, con
este gorro puesto
es como si no pudiera ir para adelante
ni para atrás.
***
Te contaría que los pájaros que se
habían ido, han vuelto,
y que ahora tengo el pico róseo,
plumas timoneras y me dedico
por completo a la flor y el fruto del
naranjo.
Hay algo que me ha dejado confundida:
el desconsuelo se ha vuelto mayor,
una cobardía que recién ahora conozco.
No he sabido ni podido entender
cómo es la partida de la luz cada día
tan distinta, cómo es que el mar
descarga tempestades,
no había
pensado antes en la sal blanca y cristalina
que en el agua se disuelve y en cómo el sol
brilla más
sobre la sal que sobre el verde. Perro,
reptil, ave de presa, todo me
sorprende
la fragilidad, las alas que se
despliegan
hay flores amarillas que vegetan en la
cabeza
y en otras partes del cuerpo.
***
Al anochecer, cuando el aire es fresco
puede inquietarme el sonido de las
voces de los niños
que se oye repiquetear a lo lejos,
sé que ellos también son predadores
y sanguinarios, yo lo fui, el pequeño
cuerpo replegado,
la barriga brillante, empuñando mis
deseos
como aguja de zurcir. Por aquí es tan
habitual
el chirrido de los hierros,
como el aguijón filoso del grillo topo
***
Mi alma es menos mía y más la del
caballo
con mataduras en el lomo, vi mis
propios huesos
fosforeciendo en medio de la noche,
ayer lechuzas de plumas blancas
revolotearon
sobre la salina primero y luego
sobre un riacho que se ha formado
y en ese movimiento
las he visto acorralar la muerte.
***
Hay días en los que me hundo en el
agua y no sé
si por influjo de la luna o por un
simple movimiento del sol
puedo deslizarme sobre la tierra tan
sinuosamente
como una serpiente con aros de color
azul intenso
desde la cola a la boca, pero ese
cuerpo de serpiente
pálido y embozado no soy yo,
quisiera poder aclarar cerca de tus
oídos
algunas de estas cosas, me has dicho
que no es posible por ahora,
ya que las nuevas ocupaciones te
llevan todo el día
y también que tu vida es mejor, más
sólida.
No me hagas caso, simplemente podrías
decirme
si es verdad que las escamas de mi
cuero
siguen brillando a pesar de haber sido
arrancadas una por una, y que aún así
el cuerpo está contento con esta
pequeña vida.
De La isla, Ed. Bajo la luna, 2010, Bs. As.
Argentina
Mercedes
Araujo nació en Mendoza en 1972 y vive en Buenos Aires.
Obtuvo los
siguientes premios:
Premio Alberto Burnichon al mejor libro editado en Córdoba
en el año 2003.
Tercer premio del Fondo Nacional de las Artes con el libro de
poemas La isla, 2010.
Primer premio del Fondo Nacional de las Artes
con la novela La hija de la Cabra, Bajo la luna.
Publicó los
libros :
Ásperos esmeros (Ed. Del Copista)
2003,
Duelo (Ed. En Danza) 2005,
Viajar sola (Ed. Abeja Reina) 2009 ,
La isla (Ed. Bajo la luna) y
La Hija de la Cabra, 2012, (Ed. Bajo la
luna)
Sus poemas
forman parte de la antología Poetas
argentinas, 1960-1980, Ed. Del Dock.
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