domingo, 17 de julio de 2022

ALBERTO PIPINO / 3 POEMAS de Meneo Fúnebre

 ALBERTO PIPINO







3 POEMAS de Meneo Fúnebre



 

VENAMÍ EN HALLOWEEN

 

 

A Lishy Mullen

 

La caída de la tarde le suelta la luz al día, 

Venamí y amigos festejan no estar

muertos ni ser respetables,

 

él hace un giro, casi un can en busca de su cola,

golpea un atabal alcahuete

amarrado a la cintura.

 

Vira en redondo una y otra vez, baila junto

a Donna en su túnica de retazos

que alardea de gruesa boa

 

y de Samantha que repica un pandero, seducida

por un peatón que salta como ardilla

unido al cortejo.

 

Abrazan con la mirada a transeúntes y vecinos

pues un beso o un sabor dulce está

vedado en el nuevo ciclo,

 

maquillados, vestidos como muñecos de trapo

y paja siguen el ritmo que consagra

a Hamilton Heights, al país.

 

En Riverside Drive frente al Hombre invisible,

a imagen y semejanza de Ralph Ellison

su creador,

 

el grupo hace mímicas entre sí simulando

ser abstractos, vagos,

transparentes.

 

Soltando canto y baile siguen al norte y doblan

al este en la 155, bordean sepulcros

de olvidos a medio llenar.

 

Con golpes de vista y aplausos anhelan liberar

la escena de desalientos, asustar

el agua que no circula,

 

poner alas al falo de piedra de J. J. Audobon

picoteado por aves, víctimas del arte

y la ornitología.

 

Llegan a la 151 oeste, amagan con bajar al

río Hudson pero vuelven atrás,

cruzan Broadway

 

retozan de un lado a otro en zigzag para que

las pérdidas no hallen como volver.

¿Truco o trato?

 

En el vecindario un tilín tilín del pastor Lost

invita a un café, a una galleta y

a un barbijo desechable.

 

 

 JAQUE MATE

 

 

In memoriam a Jerry Pipino

 

Mientras en la calle desfilaban el abandono

y el desencanto me enseñaste a

mover las piezas de ajedrez.

 

En Buenos Aires eran años en que el general

montaba su yegua y la brisa batía

el follaje de utopías.

 

Así conocí el reino al alcance de la mano,

a una dama más poderosa que un rey

y a un peón que podía definir.

 

El tiempo se sumó a la partida, el tablero

cambió de tamaño, el juego

se hizo vértigo.

 

¡Ay, hermano, dan ganas de sacudir el tablero

para jugar nuevamente la partida!, pero

el tiempo empuja en contra.

 

El infinito deshilachándose deja ver que

el desenlace, el abandono

y el desencanto

 

siguen en la calle. Coronaste sin piedad

a la ausencia, conmueve la jugada,

ganaste, yo perdí.

 

 


 

CANCIÓN PARA UN ALMA

 

 

A Alex Cunningham

 

Esperando el atardecer inhala el humo

del tabaco como si quisiera

tragar todo el anhelo.

 

Está tan bella o tan rudo en la acera,

rezonga sin fe de erratas y suma

sombras por venir,

 

quizá no es tan bella sino bello o

joven, acaso algo setentón,

tan guapa.

 

Pero vino el crepúsculo y solo quedó

un vaho a medio disfrutar, una

pesadilla por evadir.

 

Parecía tan fría, tan roto con el deseo

quebrado, el ojal sin botón

tan verdadero

 

entregado a la brisa del barrio, con la

belleza reflejada en el lado

de afuera

 

del Beauty Salon My Dream. Hoy  

navega en una mesa con mástil

de vidrio y velamen

 

alentado por vino y limón. Con la mirada

desordena la cabellera del río,

va a tientas en la memoria,

 

pero no puede reescribir aquel momento,

armar otra vez la cita, encender

el cigarrillo,

 

colocar la palabra en su sitio. Entra al museo

busca la sala, pasea por absurdos

y se exhibe. 

 

 


 LEGADO DE UN SIN TECHO

 

 

Estaba debajo de una maraña de trapo

en la calle, distante del tránsito

y de peatones, boca abajo

 

sobre un cartón, entre una puerta

cerrada y basura embolsada,

un ulular grosero

 

aleja los restos del indigente del refugio

de harapos. Aún en la vereda

hay baldosas con orín,

 

vino, semen, bronca, mugre, legado ideal

para jugar a la rayuela brincando

con un pie o con ambos

 

en cada mancha. Un vecino acerca el gato,

Tejo, que se echa como piedra

entre las marcas

 

de la entrega. Virginia, anciana seductora

con la pollera recogida salta una

a una las huellas del infeliz,

 

busca atravesar las máculas, va del vicio

a la duda, huye del confín, quiere

el cielo aquí, sola y áspera

 

canta para sí, invoca al amor que como

la política es verdad

y fantasía.

 

 

 

 


 

 Alberto Pipino nació en Buenos Aires en 1942, donde ejerció el periodismo y publicó Comunicado del olmo que da peras de liberación (1973), Durante la dictadura militar (1976-1983) fue perseguido por su actividad política y salió del país. Durante su exilio vivió en México, Nicaragua, Haití y Francia, entre otros países. Publicó Espeso país, (Barcelona, 1984), Nada por el estilo (Buenos Aires, 1985), Ahogado de vosz (Buenos Aires, 1987-1989). Con la democracia regresó al país, entre 1990 y 1991 dirigió Utopías del Sur, publicación dedicada a difundir el pensamiento y creación desde una izquierda crítica donde entre otros, colaboraron León Rozitchner, Ramón Plaza, Esteban Moore y Osvaldo Bayer. Desde hace 15 años reside en Estados Unidos. Su último libro Meneo fúnebre (Manhattan, 2022) se suma al corpus de una producción donde evidencia que la utopía es personal, posible y vulnerable.

 

 


 


 


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