Autorretrato
Un contraste de luces y de sombras
Donde sobresale una nariz y la imagen de una pena antigua
El ceño fruncido a propósito (no se vaya a notar la plenitud)
Del resto no se puede decir mucho…
Sólo los ojos que brillan
De tanto mirarse por dentro
Un contraste de luces y de sombras
Donde sobresale una nariz y la imagen de una pena antigua
El ceño fruncido a propósito (no se vaya a notar la plenitud)
Del resto no se puede decir mucho…
Sólo los ojos que brillan
De tanto mirarse por dentro
Für
Alina
Una ventana abierta
Lejos de los muros y de las paredes
Sólo esta ventana abierta
Ella no vendrá
Porque el pensamiento es una flor blanca
-margarita que persiste en el jardín-
Como el recuerdo de su mano
Pequeñas cosas de tierra
Y esta onda de agua apenas perceptible
No volverá a sucumbir
Sobre el perfume de los prados
Porque ella ha amado demasiado
Hela aquí mezclada con el aire
No visible a los ojos del cuerpo
Sin palabras...sin palabras
Una ventana abierta
Lejos de los muros y de las paredes
Sólo esta ventana abierta
Ella no vendrá
Porque el pensamiento es una flor blanca
-margarita que persiste en el jardín-
Como el recuerdo de su mano
Pequeñas cosas de tierra
Y esta onda de agua apenas perceptible
No volverá a sucumbir
Sobre el perfume de los prados
Porque ella ha amado demasiado
Hela aquí mezclada con el aire
No visible a los ojos del cuerpo
Sin palabras...sin palabras
El
Instante de la rosa
Las vidas se cruzan.
Estremecimiento de las aguas
Que traspasa las miradas
Tú no sabes por qué está aquí
aunque lo hayas esperado toda la vida
Pero no te importa. Es aquí,
Justo en el borde donde percibes el olor de su corazón inalcanzable
Esa rama humilde pero intensa que se despliega en la belleza
Y su sombra en el medio de tu rostro
...Este es el instante de la Rosa.
Estremecimiento de las aguas
Que traspasa las miradas
Tú no sabes por qué está aquí
aunque lo hayas esperado toda la vida
Pero no te importa. Es aquí,
Justo en el borde donde percibes el olor de su corazón inalcanzable
Esa rama humilde pero intensa que se despliega en la belleza
Y su sombra en el medio de tu rostro
...Este es el instante de la Rosa.
La luz
de la vela
El rostro abajado, los hombros suavemente
incrustados en la penumbra. Ella me pregunta que es la diafanidad. Esa cualidad
de algunos cuerpos para dejar pasar la luz. Más abrirse a la luz no es un oficio
o una actitud. Porque como decía el poeta "vivir es iluminar". Ella
en cambio se abre en la sombra para que yo la ame. Y hay algo que relumbra en
ese momento infinito. No, no es la transparencia. Es el fulgor. Y el alma
tiembla entonces como la luz de esa vela.
“Nos
movemos al ritmo de las olas”…
la
oscilación, ese llegar y retirarse para luego volver, es
(y ahora lo comprendo) el amoroso ritual que hace la ola para humedecer la
orilla y mezclar la sal de todas las espumas. Hoy evoco a esa mujer-mar. Ella
me pregunta que es el mar y yo no puedo
responderle… puede que el mar esté en esa lágrima sobrevenida desde lo más
hondo, o como decía el poeta “una ola y
otra ola y otra deshaciendo su cuerpo contra mi cuerpo. Entonces es el mar es
una caricia, una luz mojada en la que despierta mi corazón reciente…” Tal vez el mar sea ese beso de sal, o la brisa
que nace de tu boca entre-abierta, para soplar su secreto justamente en el cabo
donde duermen en la noche, todas mis barcas…también el mar puede ser este miedo
a naufragar, a perderlo todo de nuevo el naufragio, esta parálisis. Pero sobre
todo el mar es este viaje de regreso al origen, el retorno. No, el mar no es
una nube, ni una lluvia, ni un río. El corazón del mar guarda un secreto
antiguo e insondable como el de una mujer cuando cierra sus ojos y sonríe. El
mar es esa mujer que uno ama en el umbral de la luz y de la sombra… mujer
oceánica, sobre el pecho del atardecer, haciendo que el mar vuelva a ser
gentil, íntimo y mío. Un sueño marino enredándose a mi vida como cabello entre
mis dedos…el mar ese rumor que nos hace oscilar acompasadamente con las olas.
El mar, es el amor murmurando su promesa
Una mujer
desnuda...
Una mujer desnuda es como la noche…
allí lo terrestre se vuelve astral, recobra su cualidad de universo. Así,
cuando ella emerge de la noche, con su desnudez, esa luz solar que nos
enceguece, se apaga y aparece ese otro brillo que pertenece a la sombra más
reveladora, una verdad despojada y abierta que nos devuelve al paraíso. Una
mujer desnuda no es como la flor, que se abre a la luz, pero solo vislumbra su
promesa. Una mujer desnuda es como el interior de esa fruta madurada, en cuyo
centro se produce la consumación final del ciclo luminoso, el misterio
contenido de todas las dulzuras… cuando una mujer te dice al oído: voy a
despojarme para ti, desnuda, todo lo visto con los ojos abiertos se revoca y
entonces ella se convierte en tu destino irresistible, inevitable. Una mujer
desnuda es también como la tierra soñada, esa tierra que parece inalcanzable e
interminable, cuyos límites son sus extremos suaves de mujer de donde nunca,
nunca quisieras salir. Una mujer desnuda es un paisaje único y plural, lo inefable
al alcance de los labios y las manos, una mujer desnuda es un paisaje único,
movible y oceánico… conchas marinas, palmeras oscilando con el viento,
estrellas de mar que solo se pueden ver son los ojos cerrados, en esa oscura
belleza que guarda la densidad de su cuerpo. Hoy, cierro mis ojos al mundo
visto con los ojos a la luz, para evocar a esa mujer desnuda y sus paisaje
nocturno, oceánico y movible…después de descubrir con asombro y delicia, dónde
está, dónde queda en esos espacios amables de su cuerpo, la ventana para ver
semejante paisaje…
Edgar Vidaurre, Caracas-1953.
Pianista y escritor con estudios de filosofía y teología
cristiana.
Premio Internacional de literatura Rafael Pocaterra 1996,
Menciones en la Bienal Augusto Padrón de Venezuela y
Fernando Rielo de España
en el renglón poesía.
Director fundador del Fondo Editorial Diosa Blanca,
editorial alternativa artesanal de
poesía, esencialmente de voz femenina.
Conferencista del Centro de Estudios Junguianos de
Caracas.
Actualmente presidente del Círculo de escritores de
Venezuela.
Pianista y escritor con estudios de filosofía y teología
cristiana.
Premio Internacional de literatura Rafael Pocaterra 1996,
Menciones en la Bienal Augusto Padrón de Venezuela y
Fernando Rielo de España
en el renglón poesía.
Director fundador del Fondo Editorial Diosa Blanca,
editorial alternativa artesanal de
poesía, esencialmente de voz femenina.
Conferencista del Centro de Estudios Junguianos de
Caracas.
Actualmente presidente del Círculo de escritores de
Venezuela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario