PATIO
Deshacer la
noche
despacio
como el sigilo
de los monjes
cuando rezan.
Abrir un hueco
para ocultarse
escribir para no
escribir
en mi cabeza
unas pocas
palabras
un suceso que
arrastra
la inmovilidad.
No olvidarme de
regar las plantas
las ventanas hay
que cerrarlas
antes que llegue
la noche
y las puertas
por las dudas
por si algún
desconocido
se le ocurriera
entrar de asalto
por si algún
conocido
se le ocurriera entrar
y quedarse para
siempre.
No vale
esconderse debajo de la cama
es el primer
lugar
donde buscamos
cuando jugamos a
las escondidas.
No vale lanzar
la piedra fuera de la casa
para llegar al
cielo
la piedra debe
caer en los cuadraditos
o al menos rozar
la línea que separa
quedarse del
lado de adentro
es lo
conveniente
afuera llueve
el olor a azufre
que llega
desde la fábrica
se mete en la
garganta
hasta ahogar
lo que queda del
juego
saltar
saltar
me duele la
rodilla de solo pensarlo.
Uno
dos tres
cigarrillo
cuarenta y tres.
Me doy vuelta
no hay nadie
solo el vacío
de sombras
detenidas
en el patio, en
la vereda
a la
intemperie
de un silencio
desconocido
de un silencio
que guarda la
sangre
que trenza la
sangre
Ya es hora de
encender la cocina
hacer un gran
fuego
para calentar la
noche
quemar muchos
papeles
meter las manos
hasta que el
cuerpo se deshaga.
(de Casa de
piedra Editorial Alción 2021)
CASA DE PIEDRA
La
casa esta quieta
todo
lo demás es desgarradura
lo
que se mueve adentro
lo
que se muere adentro
es
el yeso que cae.
El
cemento se abre
como
una cajita musical sin ninguna bailarina.
Esta
casa se desarma
como
el sueño que acontece en el cuerpo
se
desarma
en
el abrazo de la madre muerta
se
desarma
en
el abandono del padre.
Esta
casa se deshace
cada
hueso ruge
y
sobre todo la mente
(una
pastilla ahora
y
otra en media hora)
en
el cajón de la mesa de luz
ella
junta cajitas y blíster vacíos.
A
veces los cuenta.
Esta
casa se abre
se
hunde en la porción de agua
que
guarda el sótano.
Esa
vía de agua
que
se tragó la bicicleta verde
con
las rueditas de atrás levantadas
el
Ford T amarillo a pedales
algunas
sillas rotas
un
par de patines de los años setenta
y
mis doce años.
Esta
casa
se
sostiene
en
el ladrido de los perros
en
la niebla de tanto cigarrillo.
Esta
casa
se
cierra como una profecía
el
cajón de la mesa de luz abierto
cuarenta
y tres blíster vacíos
once
cajitas
y
una bailarina que no encuentra la música.
(de Casa de
piedra Editorial Alción 2021)
Claudia
Vázquez nació en Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, Argentina. En su adolescencia comenzó su camino por la
poesía. Se formó en diferentes talleres
dictados por escritores como Roberto Díaz, Liliana Guaragno y Oscar Hermes
Villordo y seminarios en el Profesorado Joaquín V. González y en Letras
Universidad de Buenos Aires. Desde 1995 coordina talleres literarios. Sus poemas han sido publicados en suplementos
y revistas literarias de Argentina, Italia, España y Uruguay. Ha obtenido
varios premios por su obra. Cofundó el Centro Cultural Alejandra Pizarnik,
especializándose en la obra de dicha poeta. Condujo el Café Literario La Palabra que Sana. Fue declarada Personalidad Destacada en la
Cultura de la Ciudad de Avellaneda. Colaboró
con la revista En tiempos de Aletheia (España)
En el año 2018 participó en el Festival de
Poesía de Madrid y su libro “Después del silencio” fue presentado en Casa
Argentina en Roma.
Sus
libros publicados “Impresiones” en 1996 (Ed. Amaru), “Poesía instrumentada por
las sombras” en 2006 (Ed. Amaru) “Después del Silencio” en 2018 (Ed. Ruinas
Circulares) “Casa de piedra” en 2021 (Editorial Alción). Además de la
participación en varias antologías invitada por la Asociación de poetas argentinos,
la Sociedad argentina de escritores, y
otras instituciones literarias.
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