jueves, 3 de septiembre de 2015

IVAN RUSCH / 4 POEMAS

IVAN RUSCH




Los ríos en la tierra

Olvidé lo que era dar vida,
sentado sobre el tiempo de los ascetas,
signatura profana del sol quemado en su propio átomo:
Ahora veo sólo reflejos,
las realidades se atoran en las ruinas de la ciencia,
Crono ha sido un liberal muy ignorante,
y nos ha dado los segundos muertos en las manos:
Tic-toc, sentido y tiempo, violados por el instinto,
desfasados del agua, obliterados entre los junquillos:
Brea y polvo y polvo y huella,
segundos sentados en un trono que es el vórtice de María:
Su vagina abierta como la verdad:
Y por la verdad desangrada:
Los nervios celestiales del trueno socavados
del intestino del cielo,
bajo el cielo
de un cielo
atornillado a la razón de un banquillo de parque:
Dos sombras como ojos en el cemento:
Dos ojos como cemento en la ceguera de las sombras:
Dos cielos como espinas en la carne del tiempo:
Dos ciegos como sombras en la calle del cielo:
Hay ráfagas de centauros en tus venas cuando sonríes,
pero apenas se atreven a reflectar
sépalos y nectarios de la madurez de la tierra:
Porque eso se nos ha escapado, la indomable tierra:
Polvo a su polvo y barro a su barro,
no hay derecho a reventar el sentido del poema,
mas aceptar que lo ignorado es la sangre de nuestra historia,
que lo olvidado es su esqueleto:
Y allí quizá yacemos como el fuego en la idea,
doblados, como el reflejo en la idea,
reales, como la idea en el reflejo:
Astrónomos crucificados signan estas tibias herejías,
cordones de ayahuasca mental se desatan del viaje,
formando el recreo de la conciencia:
Imágenes de un imbécil sentado en un banco,
doblado por la ignorancia y la tristeza:
Fotogramas de tu carne erguida como una rosa violenta:
Un parpadeo y dudo,
enciendo las verdades como los poetas encienden los idiomas,
flujo en el despertar de tu imagen,
que despierta como un día hecho para existir eternamente:
Vanas estas letras que se buscan
como los ríos en la tierra:
El todo es un error de la nada:
Y este poema ha sido un accidente, querida:
Un error de nuestro silencio.




 La vida imprecisa

Inflamado el pecho de flemas y universos muertos
rodé sobre la noche que rielaba sobre mi cama:
Sudor y números de lotería se mezclaban
en el sueño y en la piel del sueño:
Recordaba a Niko, que lejos de Praga alimentaba
palomas con las migajas que quedaban de su existencia:
Su piel estaba casi negra de dolor,
sus recuerdos cegados de blanca ironía:
Ha muerto ya, me dije:
Su vida se escapó en las muscíneas olvidadas y renegadas,
tanto como él dentro y fuera del diccionario:
Un llanto o tres se me fueron hasta los dedos,
me hicieron barro dentro de las uñas:
que arañaban
tempestades en las sábanas fangosas:
siluetas
de mujeres estériles y proféticas,
recuerdos del muerto o el ahogado, cartas como
el bautismo, profetas en tierra sin gravedad:
Números que dictaron en épocas de guerra fueron tan exactos
que la criptografía tuvo que hacerse homosexual
para amarlas desde Lorenz hasta el DES:
Pero han muerto ya, me dije:
Esas vidas no serán más complejas que el musgo
que decora sus tumbas:
Cansado de mi fiebre, que me hacía consciente de mi fragilidad,
me arrojé en la página abierta de un libro donde decía "agua":
Allí recordé la medida de la vida,
y arrugando mis años como papeles inútiles
me recordé:
Recuerdo estacado en la memoria de otros,
joven y viejo poeta hecho de olvido:
He muerto ya, me dije:
En una cama limpia, lejos, muy lejos,
alguien trataba de pronunciar mi nombre,
pero sus labios temblaban.
Temblaban.





 XYZ

Mi dolor es el dolor eterno, el de las masas informáticas:
El del sueño neurálgico, el del perro castrado, de los róseos vivíparos,
destrozados en el círculo de Hinamizawa:
Es la espiral de la bestia, el retorno del té a las cinco de la tarde,
del ayer, del té de ayer, del oxidado hombre hojalata:
Víbora sobre tornado,
escala como una fiebre los músculos de la memoria:
Los doblega, los atrofia, los reina:
Vivo sobre muertos, mi dolor es el del que refleja:
Yuxtaposición de poemas en una sola vida,
contradicción de vidas en la desesperación del poema:
Esto escrito, lo otro no, es el dolor del vivo,
del que espera con olvido y no con esperanza:
Escribo para sacármelo como a pulgas,
me desangro en la cara virgen de la página,
todo, dios mío, todo por quitarme esta peste llamada poesía:
Pero lector, arrastro esta piedra de palabras que me hunde:
Y usted es el estanque o el abismo.






 La autocompasión es algo patético para un poema

No soy el reflejo de tu hijo, madre,
soy su desaparición:
Ellos no lo entienden,
ellos que se reúnen en grandes salones
y abrazan a sus originarios y nietos orgullosos
porque han entrado a la universidad
o han subido por la escalera laboral:
Ellos que se reúnen con sus amigos
porque tienen dinero que poner sobre la mesa,
porque eso es como hablar, madre,
como hablar y decir algo divertido,
o es como amar,
es como amar y hacer feliz a alguien:
Madre, yo no soy el milagro de tu hijo,
soy su fracaso:
Ellos que me hablan, madre, ven tu idea deformada,
desfigurada por las navajas del tiempo y la locura,
infectada por un dios caído y obeso,
soy esa idea nacida y malinterpretada, madre:
Qué lástima que hayas tenido que sangrar por mí,
y llorar, y sufrir, y parir esperanzas para mantenerme real:
Pero en unos momentos estaré fuera de aquí,
lejos del espacio y del tiempo donde
todas las personas comparten el pan y el vino,
la alegría y el engaño de ser reales y ser hijos
porque tienen ropas en el cesto y ropas nuevas,
porque tienen vacaciones y risas y fuego,
y a mí me ignoran por no ser tu idea, madre:
No soy tu hijo, madre,
soy su contrario,
y sólo uno puede permanecer en esta tierra:
El que lee estas palabras o el que las escribe.

Madre. Madre. Madre.
Fusilada por la esperanza bajo sobrias constelaciones enloquecidas:
El río del tiempo nacido de tu vientre.












 IVAN RUSCH . 
Nació en Lomas de Zamora el 7 de septiembre de 1986. Durante los estudios secundarios descubrió autores como Salvatore Quasimodo, Vladimir Holan y Elliot que lo inclinaron hacia la poesía.Empezó a escribir y a publicar en el blog "Nuestros días se terminaron". 
Su primer reconocimiento fue cuando Alejandro Schmidt  publicó varios de sus poemas en la página "Palabra argentina" y desde entonces ha sido publicado por varios autores, ya sea en blogs o antologías. Su primer libro, "Trilogía del hombre", se encuentra en la plataforma digital Bubok y su segundo libro "El otro idioma de la muerte" en la revista colombiana Literariedad, ambos de descarga digital y gratuita. Actualmente se encuentra trabajando en dos proyectos literarios.  

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