martes, 7 de julio de 2020

Si fuese un río.../ Soledad Fariña responde.../ Río Mapocho, Chile

Octavo Boulevard pregunta: Si fueses un río del mundo...¿cuál serías? y ¿por qué?
           Soledad Fariña responde:


Soy el Mapocho

Mucho antes que los incas depositaran al niño dormido en un hueco de su cumbre, yo estaba corriendo peña abajo. Nací aquí, en el inmenso cerro El Plomo.
La cosecha había sido mala y ellos tenían que ofrecer un niño al Apu.
El Plomo, mi padre, es un  monte sagrado, un Apu y abrazado a sus hermanas forman una cadena montañosa que llaman Yerba Loca.  
Mi nombre, Mapocho, lo tomo en el lugar donde se juntan los ríos San Francisco y Molina.  Algunos dicen que Mapocho viene de  maipuche, “gente que cultiva la tierra”.  Otros, con más razón tal vez, dicen que significa “río que desaparece”.
 Son muchos  años en que  salto  peña abajo queriendo alcanzar el valle. Así, voy bajando por Farellones, Corral quemado,  el Arrayán, pero al llegar a  Las Condes ya soy un río de valle.
En Las Condes veo las casuchas que levantan los ripieros en mi orilla. Húmedas, débiles, a la menor lluvia se anegan.  También veo sus carretelas, sus caballos escuálidos con que transportan el ripio.  Y si levanto mi espuma –mis ojos- al sur de las casuchas
alcanzo a ver las ostentosas torres  que han construido  los hombres de negocios.
Puentes antiguos, puentes nuevos atraviesan por sobre mis cinturas:
Pedro de Valdivia Norte / Puente del  Arzobispo / Pío Nono / Puente del Teatro /
Puente Purísima /  Puente Loreto / Patronato
En uno de mis muros, -cerca del puente Pío Nono,  cuando el parque rebozaba
de jóvenes, banderas y cantos en Octubre-, escribió una estudiante

Papá, no me esperes, estoy haciendo la revolución.  

Mi agua es imparcial, ella fluye, baja, corre.
Yo no, a mí me llenaron de esperanza esos gritos pintados en mi orilla.
Así como el 73 lloré y  retraje mis aguas para no tener que soportar
sobre mí los cadáveres.
Cercanos al Puente Bulnes, algunos llegaban a la mi orilla,
otros quedaban atascados en las compuertas cerca del cementerio. 

Tantos, tantos, donde antes crecían los chaguales, quiscos,
peumos, maitenes. Ahora ahí, flotando en mi corriente o tirados.
La gente los mira desde el puente y llora. No lo pueden creer:
viejos, jóvenes, mujeres, niños, cercenados, fusilados.

Y yo corro, corro, mi agua impasible baña los cuerpos y yo lloro,
mi espuma llora.
Pero sigo y recibo las aguas del Zanjón de la Aguada que viene del oriente
y baja atravesando los poblados más pobres de Santiago. Con  basura y desechos,  el Zanjón esa vez también  trajo cadáveres.

Pero miren esta foto.
Fue tomada hace dos años luego de una noche de lluvia torrencial.
El sol de la tarde iluminó la cordillera nevada y ese  gran paredón, que nos separa de todo,  por un momento  dio a mis aguas un reflejo dorado.  Me veo hermoso en esa imagen de postal. Yo sé que así querrían verme siempre: atravesando la ciudad calmo, limpio.

Pero eso no es verdad, esa es solo una foto.  Yo no soy ese río.

Antes de vaciar mis  aguas en el Maipo, recojo las historias cotidianas
de la gente que vive en mis orillas:   niños, vagabundos, locos,      
ánimas de suicidas.  

Ellas, las historias, se han quedado aquí,  mudas. Desde siempre las escondo en mis aguas, que en este valle son cada vez más densas. Cada vez más oscuras.  Cada vez más lejanas de mis rápidos saltos desde la cumbre del Plomo, donde mi padre solo guarda el recuerdo de ese niño reclinado en su manta.

Él ya no cuida el Valle, él le fue arrebatado y hoy duerme en una  árida y oscura pieza de museo.

Soledad Fariña - Junio, 2020



Soledad Fariña
Nací en Antofagasta, Chile, en diciembre de 1943, pero he vivido principalmente en Santiago.  Al finalizar la secundaria, entre 1962 y 1973  trabajé en la Empresa Nacional de Electricidad,  y a la vez estudié Ciencias Políticas y Administrativas en la Universidad de Chile. En 1973, luego del golpe militar, me exilié en Suecia con  mi marido e hijos donde trabajé y estudié Filosofía y Humanidades en la Universidad de Estocolmo. De vuelta en  Chile, junto con trabajar estudié los diplomados de Ciencias de la Religión y Cultura Árabe en la Universidad de Chile. Finalmente hice un Magíster en Literatura en la misma Universidad.

Entre mis publicaciones de poesía están: El primer libro, Santiago,1985; Buenos aires, 1991; Albricia, Santiago, 1988; 2010;  En amarillo oscuro, Santiago, 1994; Narciso y los árboles, Santiago, 2001; La vocal de la tierra, Santiago, 1999Madrid 2007;  Tuxtla, Chiapas, 2019;  Donde comienza el aire, Santiago, 2006; Se dicen palabras al oído, Madrid, 2007; Todo está vivo y es inmundo, Santiago, 2010; Ahora, mientras danzamos, Santiago, 2012; Yllu, Santiago2015; “1985”, Santiago2016; El primer libro y otros poemas, Santiago2016; Pide la lengua, antología, Santiago, 2017.  En 1999 se publicó en Santiago el volumen de cuentos Otro cuento de pájaros.

Entre 1991 y 1994 fui co-fundadora, productora y conductora de programas de literatura  en Radio Tierra, proyecto comunicacional feminista.

He dado clases de literatura y literatura infantil en la Universidad de Chile. Dirigí talleres de Escritura Creativa en las Universidades Diego Portales, Finis Terrae y Universidad Mayor.  Coordiné  talleres de lectura y escritura creativa para niños en diversas escuelas y diferentes ciudades en Chile y Latinoamérica.  He asistido a numerosos Encuentros y Festivales de poesía en Chile en las ciudades de Santiago, Valdivia, Antofagasta, entre otras. Participé en el Festival de poesía de Medellín, Feria del Libro de Guadalajara, Feria del libro de Buenos Aires, Guayaquil, Quito, Ciudad de México, Chiapas, entre otros.

En 2006 recibí la beca de la Fundación J.S. Guggenheim; en 2007 fui nominada al Premio Altazor y en 2018 recibí el Premio por Trayectoria de la Fundación Neruda. 





Río Mapocho
Ph Soledad Fariña

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