PIETRO SALEMME
Prosa en la tarde
Visito las ruinas de los estranguladores, me acompañan golosos vicios y torres sin base que sostienen en su sombra pasajeras sensaciones de angustia.
Las naves del viaje infinito esparcen su humata rencorosa sobre los pedregales de un Neptuno encolerizado.
Salpican como gotas mortuorias los rizos del tiempo sobre la puerta de mis pabellones auditivos.
Ante el espejo, la falacia desmedida. El puro encanto en sí. La ramera de la calle de los puercos rezos. El Otro infame, caramelo del agnóstico seductor de las mariposas.
Ojos endrinos, la feria se revuelca. Los toldos tendidos como bandera de piratas, asaltan la tarde del callejón. Amarga dicotomía. Si pudiera contarla.
Destrizan mi alma prematura, sillón de almitas viajeras. Ahí queda el resto impávido. Allí la mesa del sepulturero. Por allá la bordonería. Nada por aquí. Costumbre de los cercenados. Despropósitos. Sañuda rutina.
Los precios que se pagan por malvender las ansias. Nadie presta atención a los contratos cuando la fortuna acecha pomposa y regodeante. Las cuentas, los saldos. Mala aventura, los idiotas festejan con la luna.
La marquita que llevo cocida en la nuca responde a los sufragios de los besos impiadosos. Pieles cuereadas y apiladas en los tachos, deshechos indeshechables. La mano que se acerca. La dureza del pecho, ese cayo que es el corazón. Roído, mi Señor.
No pude perpetuar mi naturaleza. La esencia de mi niño –agonizante, que nunca muere- hace malabares en la sangre del toro hambriento. Me sale por la boca el escupitajo de la repugnancia, unido a su benevolente palpitar. (¡Bicocas, niño, bicocas nadie quiere!).
Doy coces a los ramos de las flores que me dejaste sobre la tumba. Marchitas ramas de pena infundada. He perdido la fe con total entereza. Nadie que lo diga, logrará conmoverme. Acto atrás, no me es posible.A veces extraño la sutil inocencia, la entrega satisfecha, el oído siendo acariciado por bellezas corazonadas de espíritus compañeros. Pero por sobretodo, extraño mi fe en aquellos actos. Mi creencia. Mi regocijo.
Pietro 18.39 hrs 14/02/99
Visito las ruinas de los estranguladores, me acompañan golosos vicios y torres sin base que sostienen en su sombra pasajeras sensaciones de angustia.
Las naves del viaje infinito esparcen su humata rencorosa sobre los pedregales de un Neptuno encolerizado.
Salpican como gotas mortuorias los rizos del tiempo sobre la puerta de mis pabellones auditivos.
Ante el espejo, la falacia desmedida. El puro encanto en sí. La ramera de la calle de los puercos rezos. El Otro infame, caramelo del agnóstico seductor de las mariposas.
Ojos endrinos, la feria se revuelca. Los toldos tendidos como bandera de piratas, asaltan la tarde del callejón. Amarga dicotomía. Si pudiera contarla.
Destrizan mi alma prematura, sillón de almitas viajeras. Ahí queda el resto impávido. Allí la mesa del sepulturero. Por allá la bordonería. Nada por aquí. Costumbre de los cercenados. Despropósitos. Sañuda rutina.
Los precios que se pagan por malvender las ansias. Nadie presta atención a los contratos cuando la fortuna acecha pomposa y regodeante. Las cuentas, los saldos. Mala aventura, los idiotas festejan con la luna.
La marquita que llevo cocida en la nuca responde a los sufragios de los besos impiadosos. Pieles cuereadas y apiladas en los tachos, deshechos indeshechables. La mano que se acerca. La dureza del pecho, ese cayo que es el corazón. Roído, mi Señor.
No pude perpetuar mi naturaleza. La esencia de mi niño –agonizante, que nunca muere- hace malabares en la sangre del toro hambriento. Me sale por la boca el escupitajo de la repugnancia, unido a su benevolente palpitar. (¡Bicocas, niño, bicocas nadie quiere!).
Doy coces a los ramos de las flores que me dejaste sobre la tumba. Marchitas ramas de pena infundada. He perdido la fe con total entereza. Nadie que lo diga, logrará conmoverme. Acto atrás, no me es posible.A veces extraño la sutil inocencia, la entrega satisfecha, el oído siendo acariciado por bellezas corazonadas de espíritus compañeros. Pero por sobretodo, extraño mi fe en aquellos actos. Mi creencia. Mi regocijo.
Pietro 18.39 hrs 14/02/99
No hay comentarios:
Publicar un comentario