No
parto de nada
parto
de pérdidas
L.E.
Trágicas piedras
Lectura
de Ataditos, de Laura Estrin
Publicado
por Leviatán, diciembre 2017
En la escritura de Laura Estrin resuena, a
lo lejos, un oculto latido.
Sus poemas tienen algo de desesperado,
materia orgánica en busca de sus propias leyes.
No las leyes del tiempo, que Estrin padece
desde un silencio que sangra. Sus versos, como gotas rebeldes que caen desde
una canilla mal cerrada sobre el embaldosado, marcan un ritmo de desolación,
una música que se escribe a tientas, con lo que queda.
Poemas en los que el lujo deslumbra en
anillos y oro, atardeceres que ciegan. Y sin embargo, la pobreza, de donde
todo, o casi todo, sale.
Un
solo cuerpo para tanta muerte.
La gota cae, música obsesiva en mis oídos.
Un perforar delicado de las letras. Que al final de la frase, no llegan a caer.
El tiempo se enreda al sin sentido hasta
formar cadencia.
El tiempo es presencia que se nombra y no
acaba de decirse nunca. Fracasa en su mismo existir, perdido. Y de la misma
materia del fracaso está hecha la vida del poema, la vida verdadera.
Estrin insiste, aferrada a la memoria: ciertos
momentos, casi óseos, imprescindibles. Y
su lucidez, despiadada.
Dobla
el tiempo o da la vuelta
El
viento sopla el perro ladra
Que
ni eso
Ataditos se abre como un bosque en la
noche, me adentro en su follaje: siluetas entrevistas en sombras
vegetales.
De lo que se trata es del tiempo.
Asombro por lo que tiene de inaprensible,
de fugaz, de evanescente, como el cuerpo
amado que jamás poseeremos, o ese recuerdo de infancia, que se nos escapa y
permanece ajeno. Por eso Estrin da rodeos, recorre los bordes del objeto ausente
demorándose, trayendo al lenguaje la forma de lo perdido.
Y con los fragmentos, construir un rostro.
La ilusión del presente, esa necesidad de seguir
viva.
Rebeldía, deseo de quedarse en la tristeza.
En ese espacio adonde no llegan las miradas de los otros. Y hacerlo idea,
expansión desordenada, resistencia.
El tiempo se envuelve de nostalgia.
Se repliega, en busca de un orden que lo
engendre de nuevo, des-orden gramatical que por sus mismos cortes, no admite
los errores.
Los poemas vibran en un no saber que lo
sabe todo, o casi todo.
La vida es tempestad, crimen.
Vida
tiñe las manos
hunde
los ojos
apresta
ramas
pierde
tino
El tiempo, añoranza de lo que nunca fue, de
eso deseado que se resuelve en un presente del que soy excluido.
Disconformidad, crecen los versos hasta
ocupar los márgenes de un mundo demasiado pequeño, que asfixia.
Aburrimiento
desolación,
puede
angosto
pasar
por vida?
¿Y esto es todo?, parece preguntar la poeta.
A pesar de la siempre inútil lágrima, ¿es esta desolación la vida?
Quizá en otro lugar, en la lejana Rusia de
los ancestros, o en la otra, la blanca Rusia desconocida, la que se escucha
respirar fuera del verso, o en el sueño siempre joven del polaco, o en algún
perfume ido, o en el cuerpo de Irina, en su demasiada muerte… ¿Será esa materia
de tiempos vedados el espacio posible?
Respirar el leguaje de Ataditos es sentir
el cuerpo trunco, la caída, las posibilidades infinitas de lo que permanece en
algún rincón de la memoria, imágenes
quietas, poderosas entre muros de piedra.
Estrin no se resigna. Se hunde en un río
que duele, el mismo en el que el sol cae, instante único que la poeta quisiera arrancarle a la tarde, guardar para
ella sola.
Pero viva como está, siente palpitar el tiempo,
esa incomodidad necesaria, esa atmósfera nutricia en la que escribe y existe:
Tiempo
conmueve
La
pregunta otra vez
Estrin se aproxima, dice, como si no pudiera
otra cosa.
Porque de la verdad, también, se trata.
Va
yendo desde el lugar siempre equivocado, desde su
revoltijo de mañana, desde esa luz, desde la tristeza de lo que sabe perdido.
Las imágenes me golpean: el cactus enfermo,
que el poema asocia a la basura. Nada más terrible, pienso, que la indefensión
vegetal de esa planta guerrera.
Penas en los ojos. Y el alma,que balbucea
en imágenes, y aterra.
Cambiar
los ojos para ver lo mismo
Mismo
sol para misma mentira
Los poemas chocan, a veces, con la piedra.
Las perversas formas de la naturaleza,
ignorantes del tiempo y sus segundos, emparedan la vida.
Del
otro lado piedras
Sueños
Ataditos dice pérdida. Ningún talismán nos
protege de las horas, de los surcos que nos van dejando en el cuerpo. Para
petrificarse después, como caminos muertos, que no van a ningún lado.
Palabra
va y viene
Atadita
que
ni una imagen
ni un
consuelo
sostienen al
desespero
Laura es testigo de ciertos días de mayo, días
que atormentan. Lo irrepresentable de ese tiempo perdido, de ese sol, vuelve,
para quedarse, en el poema.
Y en donde todo fracasa, la memoria se
escribe.
No está en la escritura de Estrin esa
totalidad que me envuelve como una madre nutricia.
Avanzo a los tropezones, con angustia, me
corto en frases inacabadas, me pierdo el sentido, me rescato en formas y sonidos.
Lectora, me fragmento en mil pedazos, como
los rayos del sol a través de un lente del siglo XIX. Soy, también, esa mañana que se desanda en calor.
Y no hay posibilidad de ilusiones, de
engaños.
No
digan
no
hablen
ya
dijeron y hablaron
Entre jazmines y perfumes de magnolias,
Ataditos me absuelve de lo inacabado, con ese decir que dice lejos, otra cosa, siempre.
Y el dolor es la exclusión.
Quedarse, aparte, con el incómodo saber a
cuestas.
Que
es así
cosas
que son así
Ella
se cansa, y las palabras la llevan a sostener paredes, para darles la
espalda... El moho de lo repetido queda del otro lado.
Hay en estos poemas algo del lujo del
exceso:el porque sí, por nada, por puro gusto.
anillos
de ojos mojados
anillos
anillos
Desesperada, femenina, irreverente, taconea
el tiempo.
Y el dolor, el de siempre reencontrado, el
que se dice en dos líneas:
Invierno
muerto
otro
invierno.
Hay un no saber- ya lo dije- desde el que Estrin escribe
como si fuera el único lugar posible. Destrucción y pantomima. Laura juguetea,
se burla del mal. Detrás de las fachadas dignas, los escombros. La ausencia de
sustancia, esa presencia; las estrellas que se escapan por ventanas que no dan
a ningún lado. La noche y su palabra toman posesión de la memoria en ruinas.
Estrin trabaja la noche con ojos nuevos.
Contra la multiplicidad que aturde, el
tiempo uno.
Para respirar mejor.
Laura envejece en el instante mismo del
cruce de dos lanchas en el río. Y el dolor de haberlas visto pasar, inmersas en
un tiempo inaccesible para ella, o accesible sólo para otros.
Ella ve
largo, recuerda.
Se enreda a la tristeza como el orfebre al
barro. Una tristeza siempre vieja, reacia a dejarse inventar.
Se impacienta:
-
Usted quiere decir algo
-
Sí, hombre (y me parece que se burla) los que escribimos queremos decir algo.
Escucho la risa en esa frase imposible.
Pierdo
años
olvido
no
tiempos
Decir con imágenes que se desprenden de las
palabras y sobrevuelan el texto, como pájaros. Decir con letras, con cicatrices
y marcas. Tironear de la carne herida, y ver armarse un mundo desde el abismo,
ese lugar en donde quisiéramos hacer pie, y que nos hunde.
Algo falta, siempre algo falta.
¿Direcciones?
El
viento va solo para allá
y da
la vuelta.
Y lo perdido de nuevo:
Creía
que era su perfume
pero
era el de ayer
una
flor malhadada
Así como con crudeza Laura Estrin escribe
lo que se le impone, esa voluntad ajena, fría y ausente encarna en ella, se
hace letra.
En el poema, Estrin logra transmutar las trágicas piedras en vida.
Difícil
el tiempo
del
arrebato de las cosas
escribo
El viento le sopla al oído verdades
rocosas, sin movimiento ni riqueza. Verdades que no quiero oír. Huyo, al igual
que estos poemas, de las relaciones
fijas. Como del sonido filoso del viento en el desierto. Es de la escritora la posibilidad de transformar las leyes de la naturaleza,
crueles y analfabetas, en escritura que vivifica.
Los
perfumes de otra época
vienen
del tiempo
Abro Ataditos, lo cierro.
Quisiera quedarme un rato con sus frases tensas, con la tristeza de mi cuerpo solo.
Lo que se dice no deja de decirse.
Inútil lágrima, no lloro, se me caen las lágrimas.
Quedan estos versos en mi retina.
Al
final
El
tiempo no se arregló
Entonces
Reir
Laura reir
nunca sonreir
el
horror ríe
el
dolor ríe
Sofía González Bonorino.
Buenos Aires, 2018
Laura Estrin
Nació en 1967 en Buenos Aires .
Escribió :
Álbum (2001), Parque Chacabuco (2004),
Alles Ding (2007), A maroma (2010). Tapa de sol (2012)
Editó y prologó autores rusos y argentinos :
César Aira. El realismo y sus extremos (1999),
Literatura rusa. Acerca de Biéli, Blok, Gorki, Bábel, Shklovski, Tsvietáieva, Jlébnikov, Platónov y Dovlátov (2013).
Zelarayán (Lata Peinada, 2008),
Libertella .El efecto Libertella( 2011) y Zettel (2009),
Ritvo .Poética de la interrupción ( 2011),
Correas .Decirlo todo( 2012),
Libertella/ Lamborghini (2016) y Nicolás Rosa .Escritos (2016).
Escribió :
Álbum (2001), Parque Chacabuco (2004),
Alles Ding (2007), A maroma (2010). Tapa de sol (2012)
Editó y prologó autores rusos y argentinos :
César Aira. El realismo y sus extremos (1999),
Literatura rusa. Acerca de Biéli, Blok, Gorki, Bábel, Shklovski, Tsvietáieva, Jlébnikov, Platónov y Dovlátov (2013).
Zelarayán (Lata Peinada, 2008),
Libertella .El efecto Libertella( 2011) y Zettel (2009),
Ritvo .Poética de la interrupción ( 2011),
Correas .Decirlo todo( 2012),
Libertella/ Lamborghini (2016) y Nicolás Rosa .Escritos (2016).
Sofía González Bonorino
Usted quiere decir algo
ResponderEliminar- Sí, hombre los que escribimos queremos decir algo.