jueves, 28 de septiembre de 2023

SILVINA LÓPEZ MEDIN / POEMAS

 

Debería estar escribiendo un prólogo

 

 

me quedo en este umbral

escalón de piedra

así me senté a llorar un día

frente a una puerta roja

un desconocido me entregó un pañuelo de papel

dijo don’t

worry, it’s not

worth it, no era el comienzo

de una conversación, siguió de largo y yo seguí

el pañuelo en las manos

al final deshecho

pequeños pedazos de papel

como los que mi padre se pegaba en el rostro

después de afeitarse

ahí donde hay una herida abierta hay

el riesgo de que algo se pegue

un papel o una frase,

it’s not worth it

ante la indefinición de un corte

lo primero que surge son

instrucciones

primeros auxilios

hace falta

tomar ciertos recaudos

apretar la herida es lo primero

acercar sus bordes

y apretar

según el tamaño

según su ubicación

sobre todo no pensar en el filo

en lo contundente

de esa imagen

la publicidad de hojas de afeitar

gillette, la acumulación de las t

triple hoja

un pelo que se corta y cae

y otro

y otro

decir al oído de quien padece

don’t worry, don’t worry

las palabras van

creando un ritmo que se acopla

a la respiración

debe ser eso dar aliento,

me pidieron que escribiera un prólogo no esto

un comienzo, no

algo anterior al comienzo

de un libro, nunca antes

escribí un prólogo, ante lo desconocido

uno se aferra a lo conocido

un escalón de piedra, una puerta roja

un manojo de imágenes

como los niños se aferran a cierta secuencia

baño comida sueño baño comida sueño

hoy

tengo la edad en que veía los cortes en tu rostro

hoy

me corté al afeitarme

padre, el tiempo

deja caer su gota

abrí la puerta

me senté en un escalón

un desconocido me habló en su lengua ajena don’t

worry pero era tu voz

y no era una instrucción

era un comienzo

 

 

                                                                      (No pertenece a ningún libro publicado)

 



De noche

 

Se bañó mientras todos dormían

se puso un camisón a oscuras

miró los ojos cerrados del otro una vez más

pisó suavemente las tablas del suelo y no crujieron

abrió la heladera

tomó agua bajo esa única luz

se quedó quieta, atenta a los sonidos: la casa, los suyos

respiraban. Abrió la ventana: en alguna parte había música

no distinguía dónde era la fiesta

unos volvían, otros iban

hacia ahí:

no siguió el ritmo de esa música no sacó el cuerpo por la ventana para ver más no abrió con desesperación una botella no dejó caer un bretel no se pintó la boca al rojo vivo no besó el vidrio no besó no se frotó los labios para no dejar marca no cerró los ojos para perderse no quiso llegar a esa fiesta en el centro de esa fiesta no hay nadie nadie, se dijo.

No cerró la ventana,

caminó hacia su habitación

ciega, guiada por el roce de las cosas

así volvía a la casa de sus padres cuando era tarde y el miedo

era algo preciso: ser descubierta.

Tocó el borde de la cama, se dejó caer

en esa otra oscuridad

esperó.

 

 

 

 

Algo que aprender de una tormenta

 

 

¿habrá más

agua?

¿habrá algo

que como un rayo aparte el sonido

de la luz,

nos aparte?

esta llovizna

estos gestos moderados del agua

se nos pegan

caminamos pegados

a las paredes

sin aleros

sin desesperación

en la insistencia de estar

secos,

a salvo de qué.

 

 

 

 La luz se había cortado

 

 

Hablábamos boca arriba,

una conversación de campamento, de antes de dormir

hacía cuánto que la luz se había cortado y el frío

empezaba a filtrarse

bajo las puertas, corriente de aire

en las cosas que no encastran.

Hacía cuánto

no conversábamos así

el tono con que se planea un largo viaje,

voces que se deslizan, el sueño

cayéndonos encima con el dulce peso

de un edredón.

Hasta escuchar un beep

un motor

las cosas volviendo a encenderse.

 

                                                               (3 Poemas del libro Excursión, Bajo la luna, 2021)




Silvina López Medin nació en Buenos Aires y vive en Nueva York. Publicó los libros: La noche de los bueyes (Visor, 1999, Premio Internacional de Poesía a la Creación Joven de la Fundación Loewe), Esa sal en la lengua para decir manglar (del Dock, 2014; Carnegie Mellon University Press, 2021), 62 brazadas (Zindo & Gafuri, 2015, Premio Municipal de Poesía), Excursión (Bajo la luna, 2021) y Poem That Never Ends [Un poema que no termina nunca] (2021, Premio Essay Press). Cotradujo, junto con Mirta Rosenberg, los libros Eros el dulce-amargo de Anne Carson y Home Movies de Robert Hass. Da clases en el departamento de escritura de Pratt Institute y editora de Ugly Duckling Presse.

www.silvinalopezmedin.com





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