miércoles, 6 de marzo de 2019

Entrevista informal a AZUCENA SALPETER

Azucena
   Me gusta mucho leer entrevistas, algunas son verdaderas.
   Si me hicieran una entrevista no sabría qué responder o más bien empezaría por contar y contar las mil y una noches, tal vez empezaría por el Billiken, la zanja de tarariras o el río donde pescábamos sombras.

Alicia: 
Querés empezar por la zanja de tarariras ?
Tararira es una palabra que me remite a tararear,y de ahí a cantar.Tal vez cuando pintás tarareás o cantás o escuchás música! ¿Música clásica?

Azucena:  
   La palabra tararira es un canto en sí misma, no?.
   Lástima que la música no me sale por la voz, igual canto cualquier cosa por fuera y por dentro es una hermosa melodía. 
   Si, sobre todo cuando pinto escucho música clásica, tenía una colección de casetes pero se rompió la casetera. Muchas veces cerraba los ojos y escuchando música salían unos trazos maravillosos.De todos modos hay una radio que de 8 a 10 hs pasa música clásica y después jazz, bossa  nova, rock y todo eso que me gusta. 
   La balalaica y el violín me fascinan. Pero no es nada raro supongo que a todo el mundo le gusta la música. Es tan necesaria como el pan, no?. Y ser músico es algo supremo. 

Alicia :
Antes habías mencionado a la revista Billiken, que acompañó a tantas generaciones de niños.Tiene algo que ver con tus comienzos en la escritura o solamente va por el carril de las lecturas?


Azucena:
   Sí. Creo que tiene que ver sobre todo con el entusiasmo por expresar.
   Lo que más me gustaba eran las frases a pie de página, me gustaban más que las historietas o la página central para colorear, apenas sabía leer y las copiaba. A veces eran pensamientos, aniversarios, versos o simples consejos. 
   Fantaseaba que Dios escribía en el Billiken.
   Recuerdo que una vez puse una de esas frases en el cuaderno y lo firmé como mío, ni yo sabía qué quería decir, pero era hermoso. La maestra se dio cuenta, por supuesto y dijo, "eso se llama plagio, de ahora en adelante inventá tu propia frase" y escribí un poema a la escarapela (la comparaba a una oveja, jaja). Me pidieron que la leyera ante toda la escuela, tenía 7 años y más que leer miraba el patio con las chicas en fila y me parecía que estaba en medio del mar que no conocía.
   Todo tiene que ver con todo, el Billiken, la inolvidable maestra (a la que también le escribí un poema, decía algo así como "delantal de jazmín almidonado tu voz siempre a mi lado"), el patio de la escuela, los teros entrando al aula, el olor de la caja de lápices, el manchón de la pluma cucharita, maravillas de la infancia. 


Alicia: 
Una belleza, ese recuerdo contado en pocas líneas contiene todo un mundo de creatividad y fantasía.Eso de pensar que Dios escribía en el Billiken, dice que Dios estaba.En ese mundo de la infancia estaba la familia también, la multiculturalidad, alguien que acompañó el trazado de las primeras letras y la lectura de las primeras palabras, alguien compraba el Billiken o autorizaba su compra ...


Azucena:
   Sí, Dios estaba, Dios o algo hizo que naciera y viviera aún sin respirar, pero esa es otra historia. 
   Y digo gracias por tu interpretación tan clara, que si no lo leo no me doy cuenta. Uno tiene tesoros guardados y no lo sabe hasta que los escucha en el habla del otro, y ésa debe ser una de las razones del poema, sin el otro no hay poema.

Alicia: 
Antes dijiste "Si me hicieran una entrevista no sabría qué responder o más bien empezaría por contar y contar las mil y una noches, tal vez empezaría por el Billiken, la zanja de tarariras o el río donde pescábamos sombras." Esa es una pequeña lista ligada a la infancia, me parece. Cual sería tu lista ligada a la adolescencia?

Azucena
   La lista ligada a la adolescencia es un ventisquero.     Sabemos que la adolescencia adolesce. La mía adolesció de todo. Yo venía de un pueblo (Formosa), de un río donde se aprende que todo se mueve, hasta las sombras. 
   De pronto me encontré con el cemento de una ciudad que no se mueve (La Plata) y estaba sola en una pensión, tenía 15 años. 
   Encontré el refugio de la biblioteca de la Universidad "Dardo Rocha", leía 5 libros por semana. Desde Maimónides hasta Borges y me atoraba. Leía sin guía, como loca. 
   Buscaba algo además de la nostalgia por la infancia perdida. Tomaba el tranvía 25 para ir a Berisso y ver el río. No era el mismo, por supuesto. 
   Tenía una amiga que quería ser monja y le contaba que yo quería leer la Biblia en hebreo. Ser algo así como profeta.  
   Aprendí el hebreo y el violín en un movimiento juvenil jalutziano. Quería trabajar la tierra.  
   
   Empecé de nuevo a escribir poemas, hubo uno que hablaba de los tres relojes en mi casa, (se refería a los tiempos para llegar a Israel) y ganó un premio en la AMIA que se perdió luego en el atentado. De ahí tal vez nació aquella parte de "Las puertas del cielo": "Ay abrazo/ juntura de mi alma/ estoy hecho de momentos/ no me enajenes los ojos en forcejeo de ángeles/ es tan breve el relato/ en qué otro lecho podríamos contarnos hermosas mentiras"
   Si voy a la adolescencia digo eso, hermosas mentiras en las que uno navega todavía. No leí mucho a Ciorán, pero creo que diría lo mismo. Ja, abrevamos de hermosas mentiras. 

   En definitiva, las listas apenas dan una idea para ordenar el caos, pero el caos prevalece y salta las edades. Confío que así debe ser. Todo salta, nada es inmóvil. Por ejemplo, me recordás el Billiken y hoy escribo que Dios escribe en el Billiken pero con mi perspectiva actual, no las vivencias de la infancia que son más mágicas. Ahora, son tal vez más trágicas y en esencia, son las mismas. Misterios de la poesía. O misterios de la diversión, ¿no es divertido?. De qué otro modo podríamos andar a los saltos como los ñandúes... 
   
   Agregaría ahora un recuerdo algo cómico de la adolescencia, había un programa "Noticiero Literario" por radio Universidad, lo hacía Susana Tasca, una escritora encanto de mujer. La escuchaba siempre hasta que me animé y me ofrecí a ser su ayudante, algo así como su secretaria. En qué cabeza cabe semejante pretensión, sólo en la mía, creo. Resultado que terminamos siendo amigas, ella, una mujer grande y yo una piba descocada. La única que leyó mis papeles delirantes y me alentó a escribir. Era un oasis en los días arduos de la adolescencia, por eso lo menciono y porque siempre me asombra cómo aparecen en nuestras vidas, en el momento exacto de la travesía, esos seres tan necesarios. Como si hubiera un incendio y te llevan en brazos sin darte cuenta. Después desaparecen. 



Azucena Salpeter 
Nació en Formosa (Argentina) en1942. Está radicada en La Plata. Es médica, poeta, narradora y pintora.

Libros publicados :
El pescador de sombras (poesía, 1979, sello de honor de la SADE),
 Y el cielo sonrió (poesía, 1989), Las puertas del cielo (poesía, 1996,) 
 y La mitad del cielo (novela, 1998). 





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