martes, 7 de enero de 2020

PATRICIA JAWERBAUM / El valle de las luciérnagas


                                                
Cualquier luciérnaga podría ser un fantasma
                                                               Esto va escrito con letras de luz neón en la marquesina
                                                               Inventada o carátula de sueños.
El valle de las luciérnagas

Todos los veranos las luciérnagas
Van a tomar el té a un valle en que aquél
Es famoso por su alta calidad
Se posan en los bordes del vaso
Y beben, mientras encienden de placer
Los faroles que su anatomía les presta
Muchas personas asisten
A tan bella ceremonia
No se pueden sacar fotos
Menos con flash
Las luciérnagas solo se encienden
En la calma de la noche
Y al sorbo del té
Libran la mínima sonoridad
De la noche.

Hay visitantes
Que remojan hebras del más fino té
En el río, y ellas vienen
De a millares
Ellas y los fantasmas, con el resplandor de la luna
a la vera del río

Y encienden las márgenes
Con un hilo de plata verde claro
Desde las mangas de sus kimonos
Que remojan las puntas en té
Para llevar a las fiestas
Esas gemas vivas
Palpitando cerca.

Muchos codician ese abrazo.

Qué atrevidas algunas que así se acercaran
A la cara de tu amado
Para verlo mejor.

Luego las devuelven al centro de la noche
Donde guardan sus farolas hasta nuevo aviso.

La alegoría, que casi no delira
Que casi no la diría
Pero es tan bella
Como fórmula matemática
Aunque algo problemática
Sobre todo en cuestiones de amor,
Las luciérnagas, dicen,
Brillan tanto más fuerte
Cuando sienten miedo o dolor.

Y eso da ventaja al cazador
Si no sabe la presa
Que involuntariamente así se expresa
En tal lenguaje sagrado
Hacia más digno interlocutor
Que sepa leer en ese brillo
Otra música cuyo acertijo
Muestra más que debilidad
Alguna clase de furor.


Para que quiero yo saber
Qué les gusta hacer
A las luciérnagas
Si vivo en esta ciudad
Sin ríos, ni lagos transparentes
Ni bancos de pasto tiernos
Por donde ellas quieran pasearse.

En mi cuarto hay unas luces
Que prendo y apago
Por la noche, antes de dormirme
Son tan frías que no me dejan soñar
Con las blandas y frágiles
Luciérnagas haciendo rondas
Alrededor del agua.

Hacia la luna vuelan algunas luciérnagas
Para esconder su brillo
Huyen de la luz artificial
No les interesa para nada
Lo que persiguen las mariposas nocturnas,
A las que les da igual esa luz
Que la de las vibrantes llamas de fuego

Las luciérnagas en cambio prefieren
La luna, o alguna pequeña brasa encendida
Como del cigarrillo recién soplado hacia adentro
Al voltaje raro de esos mentirosos filamentos
Me pregunto qué harán frente a tus ojos encendidos.

Las luciérnagas aman los sauces llorones
¡Caídas y todo, qué vitalidad tienen esas ramas danzantes!
Que desconciertan a las nuevas modas de planchas para el pelo
Y prolijidades de oficinista en pleno territorio lego
No solo por sus peinados será que
Los sauces llorones se asocian a los fantasmas
ya lo decía algún romántico
Amante de lo extraño,  
Nada de peinados alisados, ¡Sauces!
y con algún terror los vio andando por la noche
Recorriendo silenciosos en la grisalla nocturna
El terreno de una isla de aventureros.
No vio las luciérnagas que se habían escondido
Entre las ramas y los fantasmas.

A la luz de las luciérnagas
Se prende y apaga
el deseo.

Esperando a la noche
Como las luciérnagas para jugar su juego.

Solo se reconocen encendidas
¿Quién sabe acaso cómo es la luciérnaga
a la luz del día?

Por la noche desde el río las llaman y ellas vienen
con toda la caballería de las hadas subiendo
como ejércitos de guerreros nipones, luces mínimas
de a millares
y mangas anchas en la mancha
negra de la noche negra que las persigue
linternas y risitas cortas se distinguen
de esta rara hueste que confunde unas con otras

Ellas y fantasmas con el resplandor de la luna.
A la vera del río

De una vereda a otra
Se gritan el haiku
Como chisme sobre poeta:
“pues ahora tiene que regresar
A la oscuridad de la noche
Este vendedor de luciérnagas”

                                   




Nota de la autora:Este poema es parte de un proyecto llamado "Mushis", que está inspirado en haikus y textos recopilados por Lafkadio Hearn, algunos de ellos en el libro "La canción del arrozal, ranas, cigarras, libélulas, mariposas, luciérnagas y grillos en la poesía japonesa" de Ed. También el caracol.



Patricia Jawerbaum (1967)
Poeta, bailaora flamenca. Actualmente experimentando en artes visuales (dibujo, pintura, edición digital) Lic. en Psicología UBA, con posgrado de especialista en Literatura infantil y juvenil, UNSAM.
Participó del taller de experiencias visuales con Julia Masvernat; plástica con Gabriela Giusti y Alejandra Usandivaras. Actualmente de pintura y dibujo en el taller “La común” de Lula Mari.

Libros editados:
Imprudentes Insensatas (Ultimo Reino,1989) Luna Park ( Tsé Tsé, 2001) Tocada (2008, autoedición). 
Plaqueta de poemas niñoides “Hasta que los insectos sean nubes que cubren las lámparas” (ed. De autora en colaboración con El cero de las formas en 2019). En 2020 sale el libro de poemas “Poeta serial” por Modesto Rimba.

Participó en el libro Perfórmatas x alógenos (Buenos Aires, Allox, 2013) sobre performance y poesía. 

Realizó las obras de Kamishibai, texto o adaptación e ilustraciones: Hotel de hadas, 2015; Tío Lobo, 2016; Sevilla era una fiesta 2017.

Sigue colaborando con la Estación Orbital Alógena, y uno de sus creadores, Nakh ab Ra (Espacio que aloja diversas exploraciones artístico-mágico-filosóficas en el barrio de Villa Crespo) 
Instagram  @pattyjaw 
 https://www.instagram.com/pattyjaw/



                                                               
Patricia Jawerbaum. Dibujo a lápiz sobre papel y luego collage digital

                                                           




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