POEMAS DE "CARTOGRAFÍAS"
Lago Paimún, 10 de
abril de 2003
María Auxiliadora,
la iglesita del Paimún
(cruz latina y ortodoxa
para redoblar sus ruegos)
desafía en la más absoluta soledad
al mismísimo Uenechén,
legítimo señor de este reino
porque llegó antes que el dios cristiano
para crear todas las cosas
así ha dado a los pehuenches
la araucaria sagrada
cuyo fruto
les salvó la vida.
Dicen también
que la nieve del Lanín
es el manto de la joven Huillêfün
sacrificada en el cráter encendido
para aplacar la furia del Pillán
que vive en él
apaciguado desde entonces.
Vengo de la ciudad
donde se celebran
otros sacrificios
donde el dios que reina,
en lugar de la semilla del pehuén,
nos planta el desasosiego en el pecho.
Pero ahora estoy aquí
mínima y efímera
al pie de la nevada calma del Lanín
recostada sobre el vientre de la Naturaleza
frente a la iglesita del Paimún
y rezo profanamente a la araucaria
y creo en la paz definitiva del volcán
y de mí misma.
Quebrada de
Humahuaca, 25 de marzo de 2004
El diálogo es absurdo
el lenguaje, universal
aquí, de imaginaria
noche y sol
clavados de raíz
en la piedra
no les queda más remedio
a los cactus
que este oficio mudo
demasiado humano.
El loco que reclama airadamente
con su dedo admonitorio
otro, que dice tres,
enfático
y el que sube la apuesta
alzando cuatro dedos
el exhibicionista fálico
que nadie mira,
y más allá, fanfarrón
el de la V victoriosa
sobre sus congéneres
tiene quien le retruque
haciéndole los cuernos
también el sobrador
que increpa ¿qué
te pasa?
juntando cinco yemas
con mala educación
y el que lo saluda con la mano
generosamente abierta
como buen cristiano
que aprendió a poner
la otra mejilla
y muchos más
pero tan suficiente
que no sabemos descifrar.
Asamblea de cardones
en el pucará de Tilcara
única voz que se permiten
estas ruinas
donde los omaguacas
fueron condenados
al silencio
por el conquistador.
Plaza de Mayo,
20 de diciembre de 2001
I
Esta
plaza tiene algo irreal
lo
sospeché desde mi infancia
como si
los autores
de los
manuales escolares
se
hubieran puesto de acuerdo
en la
lluvia y el barro
en la
moda de 1810
o en
French y Beruti
como Batman
y Robin.
Lo
crucial no era más
que esa
lluviosa figurita
comprada
por centavos
al
librero de la esquina
calcada
torpemente
del
Kapelusz
recortada
del Billiken
a golpe
de tijera
y
pólvora de tiza.
Pero qué
había de fundamental?
Qué
significaba la palabra revolución?
Mayo era
fácil, porque gris
era un
color y otoño
el frío
que empezaba por las piernas
el
cumpleaños de mi padre
olor a
chocolate igual a fiesta patria.
En
cuanto a revolución
algo
tenía que ver
con las
interminables alas del Cabildo
pero en
lo más ciego de mis ojos
yace el
primer encuentro
con los
muñones brutales del edificio.
De esa
mutilación, como de una costilla
no sé
qué fe maltrecha
nacería.
II
La misma
plaza, hoy
a punto
de verano
pisoteados
sus arriates
en lugar
de aquel barro
gente con
no sé qué
comunión
en su diversidad
la
ciudadanía en los hombros
curiosa
y asombrada
como
niño a babucha
y
cuentas de festejos
del
tanto mirar para otro lado
del
sírvete que hay más.
Qué hago
aquí, me pregunto.
Pantalón
corto y claro
sandalias
cómodas, por si hay que correr
sándwich
a dos cincuenta por mazamorra de negra
mochila
al hombro roja, anteojos de sol…
Pero qué
instinto me llama a atestiguar
para
volverme otra mancha incomprensible
de
futuros manuales escolares
entre la
multitud que la montada
y los
hidrantes amenazan.
Y no lo
sé:
he
venido
como a
una catedral
a tratar
de creer en Dios.
III
El gas
quema la garganta
me uno
al éxodo
con
lágrimas de bautismo
y apenas
comprendo
que no
se trata de huir:
es una
romería que me arrastra
en su
silencio embrionario
lo
interrumpen las toses
como una
plegaria
pero el
ruego no sabe
dónde
confiar su fe.
Entonces
la
avenida de Mayo
se
vuelve una visión
torpe de
nitidez, como los sueños
mi
silueta me abandona
se suma
a la procesión como una peregrina más
entregada
a ese sueño sin constancia
deambula
entre lapidaciones y disparos
y humo y
grito
a paso
lento, lento
como si
no fuera dueña
de los
propios contornos
y sus
músculos desdibujados
no
tuvieran miedo a la emboscada
en cada
bocacalle.
IV
Fue en
Hipólito Yrigoyen o en Alsina
donde
una pareja le ofreció vinagre
para
calmar el ardor en los ojos
le
regalaban incluso el pañuelo, pero ella
(podía
pensar en ese momento cosas así)
no
quería ser la extraña que se llevara algo
que
jamás recuperarían.
Siguió
caminando
tuvo
tiempo para volver sobre sus pasos
y
recoger unas monedas
que se
le habían caído, y en ese ruido
de las
monedas contra el piso
oyó
también el plomo que (después se supo)
eran los
muertos multiplicándose
en
distintos puntos de la ciudad y del país.
Poco más
tarde experimentó algo increíble
cruzar
la 9 de Julio fue pasar a otra dimensión
tuvo que
ser así de metafísico
porque
ahí nomás un tipo le dijo: ¡Lindas piernas!
porque
no demasiado lejos
frente a
la Facultad de Medicina
esos matasanos
festejaban sus títulos
extraterrestres
en carnaval de harina
como
cerrar los ojos
como
tirar el pan.
SILVIA LOPEZ Nació y reside en Buenos Aires.
Algunos de sus poemas aparecieron en la antología “Detenerse en el tiempo” (Botella al Mar, 2004).
En 2008, la editorial Huesos de Jibia publicó su libro de poemas “Cartografías”.
Algunos de sus cuentos aparecieron en antologías de concursos literarios, por los que recibió la tercera mención en el concurso Joven Literatura de la Fundación Fortabat (1994), el tercer premio Letras de Oro (2004) y menciones especiales en el VII concurso Interamericano de la Fundación Avon para la Mujer (2000), concurso “Cuentos para leer en el Subte” (Metrovías/Biblioteca Nacional, 2001) y en el concurso “Cuentos Infantiles de Suspenso” (Edenor/Fundación El Libro, 2005).
Ha colaborado con artículos y crítica con No retornable, El interpretador-Libros y la revista cultural española Contrastes. Tiene dos novelas inéditas.
Super artykuł. Pozdrawiam serdecznie.
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