Porta Nigra
Desde sus
ventanales
veo caer la
llovizna
sobre la ciudad
romana
las gotitas
rebotan en la piedra
saltan a mi piel
despierto
como el recién
nacido
de una nueva
especie
mis pulmones
se llenan de
aire
dos mil años
atrás.
Llegué a
Treveris
en un intento
por matar
la resignación
de mi padre
su manera
arqueada
que me espera en
unos años
los miedos
nuestros hombros
subiendo la
montaña
con la piedra de
Sísifo
cierta cadencia
en la marcha
el susurro de
los pasos
como un secreto
que pasa
de boca en boca
esta historia es repetida
y soy la última
en enterarme
como el
traicionado
en el amor.
Sin embargo
el ciruelo que
él cuida
ha copiado en su
tronco
la curva de su
espalda,
en sus ramas
el recorrido de
sus venas
y con eso saca
las flores más
hermosas
como en tiempos
de mi abuela
cuando yo
anhelaba lo desconocido
pétalos, nieve
de la imaginación
alfombra mágica
que me trajo a
Treveris
desde ese patio
cuando todo era
posible
incluso
equivocarse.
Cuesta de Lipán
Un hombre se
pasea
a distancia
reglamentaria
del abismo
hay un rail de
contención
está ahí para
recordarle
la precariedad
pero el hombre
anda
despreocupadamente.
Por el momento
admira la
belleza del paisaje
tal vez se
pregunte
si el precipicio
imita las curvas
del camino.
Cómo es posible
que la tierra se
quiebre así
y en otras
partes se pliegue
como la falda de
su madre
en innumerables
dobleces
cuando él
apoyaba
la cabeza en su
pecho.
Oía su voz
distorsionada
charlando con
visitas
que no se iban
nunca
pero no era la
voz de ella
lo que realmente
lo calmaba
sino su
vibración,
así perciben los
animales
la inminencia de
un terremoto.
Cómo habrá sido
el que caló ese
abismo,
qué impide que
ocurra uno
en ese preciso
momento
y aunque él no
se aparte
del camino
trazado,
la tierra se lo
trague
sepultando
cualquier plan.
Aquí hay tapicerías, Abelone, tapicerías. Me imagino que estás aquí; hay seis tapicerías; ven, pasemos lentamente ante ellas.
Pues hay en los museos una
multitud de muchachas que han abandonado, aquí y allá, casas que no conservaban
ya nada. Se encuentran ante estas tapicerías, y se olvidan durante algún
tiempo. Han sentido siempre que esto debe de haber existido en algún sitio: una
vida semejante, suavizada en lentos ademanes que nadie ha esclarecido nunca.
Rainer Maria
Rilke (Los cuadernos de Malte Laurids Brigge)
Querido Malte:
Me encontré con
Rainer en el museo de Cluny
estaba en la
sala de la dama y el unicornio
otro día lo vi
en Ronda
en el hotel de
los ingenieros ingleses
que construyeron
el ferrocarril.
Al borde del
abismo
que parte a la
ciudad en dos
su estatua
contempla el paisaje andaluz
donde él
acostumbraba a detenerse.
Hay una calle
con su nombre
el cartel tiene
pintada una rosa
(vos, que te
preocupabas tanto
por las maneras
de morir
dirías que se
muere a lo Rilke
con la espina de
una rosa)
por si nos
quedaran dudas
de que
transitamos
su camino.
Paseo por la
sala del museo
soy Abelone,
Malte
miro los tapices
en silencio
lentamente, como
me indicaste
la luz es tenue
y la dama
medieval
habita
delicadamente
su jardín de los
sentidos.
Creo ver la
botánica de un paraíso
que los animales
husmean curiosos
ella permanece
serena
siempre entre el
león y el unicornio
siempre los
estandartes de azur y gules
y nos hace saber
que su enigma
nunca se
esclarecerá.
Pero en uno de
los tapices
el monito huele
de una flor
robada a su señora
el perfume de
este jazmín
aquí, en mi mesa
el perfume me
devuelve la existencia
como a ella, el
unicornio al ser tocado
y también, por
ser tocado
vive en su
tapiz.
Yo me siento, de
alguna forma misteriosa
pensada en esos
hilos de seda
tal vez como una
manera de espantar
la idea de
extinción
(¿me equivoco,
Malte?)
o como si esos
hilos fueran
de la misma
materia
que las cuerdas
de cierta
sensibilidad
(tan solos por
el mundo)
los miembros de
una logia
ignorantes de su
pertenencia
hasta que
sienten
mirando
el tajo de Ronda
–aunque
nunca hayan pisado Andalucía
o
tapices medievales
–aunque
jamás se haya ido a París
la
mano de Rainer
que
les acaricia la cabeza.
En la rueca
Se deja tejer
en un telar
sencillo
al sol de la
mañana
se va hilando
de una madeja
ínfima
de todos los
colores.
Al mediodía
empieza
Por la tarde ya
no se le puede hablar.
A la noche se
desteje hasta mañana
abrazada a tu
lienzo
penélope.
penélope.
Hola, Alicia!!! Saludé a tus amigos en FIL Guadalajara. Mucho libro pesqué en ese río revuelto de la FIL. Todavía me duele la espalda por cargar esa maleta tan pesada... Pero los tesoros, tesoros son. Un abrazo desde Puerto Rico. Lilliana :-)
ResponderEliminarHola, Lili !! Ya nos irás contando acerca de los libros que conseguiste! :) Qué bueno! Abrazo
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