EUGENIO MONTALE
¿De qué podría lamentarme? He logrado vivir mucho sin lustrarle los zapatos a ningún tirano; he expresado a veces opiniones heterodoxas sin terminar sobre una hoguera ardiente; he visto subir a los estrados de la vida pública a criminales idiotas y no me faltó el placer de ver a algunos -¡no a todos!- rodar de sus sillones (placer atemperado por los horrores que hicieron posible este evento); he visto la realización de grandes conquistas del pensamiento humano, prodigiosas pero quizá más estúpidas de lo que puede creerse; he hallado incluso héroes ignorantes de serlo y santos no registrados por ningún santoral; he visto desaparecer muchas miserias y muchas plagas, pero también consolidarse muchas formas de servilismo colectivo, y me ha parecido descubrir solo una ley general: cada ganancia, cada avance del hombre, está compensado por pérdidas equivalentes en otras direcciones, mientras que el total de la posible felicidad humana permanece invariable. Pero, en resumen: ¿por qué debería considerarme desdichado de vivir en un tiempo que ha matado tantas necias supersticiones y que todavía (no sé hasta cuándo) me permite escribir sin recibir órdenes desde arriba o desde abajo?
Eugenio Montale, "Montale", por Giuliano Manacorda, Il Castoro, Florencia, 1969. En "Antología", traducción de Horacio Armani, Fabril Editora, Buenos Aires, 1971
Eugenio Montale, "Montale", por Giuliano Manacorda, Il Castoro, Florencia, 1969. En "Antología", traducción de Horacio Armani, Fabril Editora, Buenos Aires, 1971
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