sábado, 13 de abril de 2013

EUGENIO MONTALE

EUGENIO MONTALE

¿De qué podría lamentarme? He logrado vivir mucho sin lustrarle los zapatos a ningún tirano; he expresado a veces opiniones heterodoxas sin terminar sobre una hoguera ardiente; he visto subir a los estrados de la vida pública a criminales idiotas y no me faltó el placer de ver a algunos -¡no a todos!- rodar de sus sillones (placer atemperado por los horrores que hicieron posible este evento); he visto la realización de grandes conquistas del pensamiento humano, prodigiosas pero quizá más estúpidas de lo que puede creerse; he hallado incluso héroes ignorantes de serlo y santos no registrados por ningún santoral; he visto desaparecer muchas miserias y muchas plagas, pero también consolidarse muchas formas de servilismo colectivo, y me ha parecido descubrir solo una ley general: cada ganancia, cada avance del hombre, está compensado por pérdidas equivalentes en otras direcciones, mientras que el total de la posible felicidad humana permanece invariable. Pero, en resumen: ¿por qué debería considerarme desdichado de vivir en un tiempo que ha matado tantas necias supersticiones y que todavía (no sé hasta cuándo) me permite escribir sin recibir órdenes desde arriba o desde abajo?


Eugenio Montale, "Montale", por Giuliano Manacorda, Il Castoro, Florencia, 1969. En "Antología", traducción de Horacio Armani, Fabril Editora, Buenos Aires, 1971

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